La enfermedad renal crónica (ERC) afecta aproximadamente al 10% de la población mundial, con una mayor prevalencia en los ancianos y las mujeres, aunque más hombres llegan a necesitar tratamientos sustitutivos renales como la diálisis o el trasplante renal. Esta condición se asocia de manera estrecha con la enfermedad cardiovascular (ECV), siendo una de las principales causas de morbimortalidad en estos pacientes. En estadios avanzados de la ERC, los pacientes tienen una prevalencia elevada de factores de riesgo cardiovascular (FRCV) como la hipertensión y la diabetes mellitus.
El tratamiento de la ERC ha incluido históricamente intervenciones farmacológicas, pero en los últimos años ha habido un creciente enfoque en la actividad física y el entrenamiento físico (EF) como estrategias no farmacológicas para reducir el riesgo cardiovascular y mejorar la calidad de vida en estos pacientes. Este consenso clínico proporciona evidencia basada en la literatura científica que apoya la implementación del entrenamiento físico en pacientes con ERC estadios 3 a 5, incluidos aquellos en diálisis (ERC G5D), con el objetivo de reducir la carga cardiovascular y mejorar la función física.
Enfermedad renal crónica y factores de riesgo cardiovascular
La ERC y la ECV están relacionadas bidireccionalmente. La hipertensión y la diabetes mellitus, dos de las causas más comunes de ERC, también son los principales responsables del desarrollo de la ECV. Además, la ERC exacerba los riesgos cardiovasculares a través de la sobrecarga crónica de volumen, la inflamación de bajo grado y las alteraciones en el metabolismo del calcio-fósforo, lo que conduce a calcificación vascular y rigidez arterial.
A medida que la función renal disminuye, el riesgo de eventos cardiovasculares aumenta. La mitad de los pacientes en estadios 4 y 5 de la ERC presenta alguna forma de enfermedad cardíaca. Estudios recientes han demostrado que la prevalencia de la insuficiencia cardíaca aumenta significativamente en pacientes en diálisis, afectando hasta el 44% de los pacientes. Asimismo, la fibrilación auricular (FA) es otro trastorno común, presente en el 24% de los pacientes con ERC.
Beneficios del entrenamiento físico en la enfermedad renal crónica
El entrenamiento físico ha demostrado efectos beneficiosos en la población con ERC, particularmente en términos de mejora de la capacidad aeróbica y reducción de la mortalidad cardiovascular. Una revisión sistemática de estudios clínicos indica que cualquier tipo de ejercicio mejora la capacidad aeróbica en pacientes con ERC en los estadios 3 a 5, incluso en aquellos sometidos a diálisis. Los resultados muestran que las intervenciones con ejercicio pueden llevar a mejoras significativas en la capacidad aeróbica, lo cual está estrechamente relacionado con una mayor supervivencia libre de eventos.
Además, la implementación de programas de entrenamiento intradialítico ha demostrado ser segura y efectiva. Por ejemplo, en el ensayo clínico DiaTT (Dialysis Training Therapy), se observó que los pacientes sometidos a ejercicios de resistencia y aeróbicos durante las sesiones de diálisis mejoraron su función física y redujeron significativamente los días de hospitalización. Estos efectos se mantuvieron durante un seguimiento de 12 meses.
Ejercicio y reducción del riesgo cardiovascular
La reducción del riesgo cardiovascular mediante el ejercicio se ha evaluado en diferentes estudios. Los niveles bajos de actividad física son comunes en los pacientes con ERC, en gran parte debido a la anemia, la acidosis y la disminución de la masa muscular. Estos factores contribuyen a la fatiga y la debilidad muscular, lo que conduce a un estilo de vida cada vez más sedentario. La actividad física regular mejora no solo la capacidad funcional, sino también la calidad de vida en estos pacientes, reduciendo el riesgo de caídas y aumentando la fuerza muscular.
Un estudio que evaluó la capacidad aeróbica en pacientes con ERC en diferentes estadios encontró que el VO2 pico, un indicador clave de la capacidad cardiorrespiratoria, mejora con la práctica regular de ejercicio. Los pacientes que mostraron mayores mejoras en el VO2 pico presentaron mejores tasas de supervivencia.
El ejercicio también puede reducir los marcadores de inflamación crónica y mejorar la función endotelial, factores clave en la progresión de la enfermedad cardiovascular en estos pacientes. En el ensayo RENEXC, un programa de entrenamiento combinado de fuerza y resistencia mostró una disminución significativa de la albuminuria, un marcador importante de daño renal, lo que subraya el impacto del ejercicio en la protección renal y cardiovascular.
Impacto del ejercicio en la hipertensión en la enfermedad renal crónica
La hipertensión es una causa importante tanto de la ERC como de la ECV. La prevalencia de hipertensión en pacientes con ERC es alta, con aproximadamente el 60% de los pacientes mostrando hipertensión sistólica y el 30% hipertensión diastólica. El control estricto de la presión arterial es crucial para reducir el riesgo cardiovascular y la progresión de la ERC. Los estudios han mostrado que el ejercicio puede contribuir a reducir la presión arterial en pacientes con ERC. En una revisión sistemática de nueve ensayos controlados aleatorizados, se observó una reducción significativa de la presión arterial sistólica y diastólica en pacientes que participaron en programas de entrenamiento físico de intensidad moderada.
Además, el ejercicio puede ser particularmente beneficioso en pacientes en diálisis, quienes a menudo presentan un control deficiente de la presión arterial debido a la sobreexpansión de volumen. El entrenamiento físico intradialítico, como el implementado en el estudio DiaTT, ha mostrado mejoras en el control de la presión arterial y una reducción de las hospitalizaciones.
Ejercicio y función cardíaca en la enfermedad renal crónica
El entrenamiento físico no solo mejora la capacidad aeróbica y reduce los factores de riesgo cardiovascular, sino que también tiene un impacto positivo en la función cardíaca. En pacientes con ERC, la hipertrofia ventricular izquierda (HVI) es común debido a la sobrecarga de volumen y la hipertensión. Estudios recientes han mostrado que el ejercicio regular puede reducir la HVI, lo que resulta en una mejor función cardíaca y una menor mortalidad cardiovascular.
Los pacientes con insuficiencia cardíaca y ERC se benefician particularmente del ejercicio, ya que mejora la capacidad funcional y reduce la fatiga, lo que resulta en una mejor calidad de vida. Aunque se han realizado pocos estudios sobre los efectos del ejercicio en factores de riesgo cardiovasculares no tradicionales, como la inflamación y la disfunción endotelial, los resultados preliminares son prometedores.
Implementación del ejercicio en la práctica clínica
A pesar de la sólida evidencia que respalda los beneficios del ejercicio en pacientes con ERC, su implementación en la práctica clínica sigue siendo limitada. La actividad física y el ejercicio a menudo no se integran en la atención estándar de los pacientes con ERC, en parte debido a la falta de colaboración interdisciplinaria entre nefrólogos, cardiólogos y fisioterapeutas. Es crucial que los profesionales de la salud reconozcan el valor del ejercicio y trabajen en conjunto para desarrollar programas de ejercicio personalizados para los pacientes con ERC.
Conclusiones
El entrenamiento físico es una herramienta poderosa para reducir el riesgo cardiovascular en pacientes con ERC en estadios avanzados, incluidos aquellos en diálisis. La actividad física mejora la capacidad aeróbica, reduce la hipertensión, disminuye la inflamación y mejora la calidad de vida. A pesar de estos beneficios, su integración en la práctica clínica sigue siendo limitada. Este documento de consenso subraya la necesidad de una mayor colaboración entre cardiólogos, nefrólogos y otros profesionales de la salud para asegurar que el ejercicio sea una parte integral del manejo de los pacientes con ERC.
Es necesario seguir investigando para comprender completamente los mecanismos detrás de los beneficios del ejercicio en estos pacientes y desarrollar guías más detalladas para su implementación en la práctica clínica diaria.
Referencias: