La deficiencia absoluta de hierro, definida como el agotamiento de las reservas de hierro con o sin anemia, afecta a cerca de 2.000 millones de personas en todo el mundo, incluyendo al 14% de los adultos en Estados Unidos. La anemia por deficiencia de hierro, caracterizada por niveles bajos de hemoglobina debido a esta deficiencia, afecta a aproximadamente 1.200 millones de personas a nivel mundial. Esta condición puede estar presente sin síntomas o asociarse a manifestaciones clínicas como fatiga, intolerancia al ejercicio, síndrome de piernas inquietas, pica, disnea, depresión, y agravamiento de la insuficiencia cardíaca.
Fisiopatología del metabolismo del hierro
El hierro es esencial para la producción y función de la hemoglobina, mioglobina, neurotransmisores y para la generación de energía mitocondrial. Se absorbe en su forma hemo (de origen animal) y no hemo (de origen vegetal) en el duodeno y yeyuno, transportado por ferroportina y almacenado como ferritina. La hormona hepcidina regula la absorción y liberación del hierro; su aumento (por inflamación o suficiente aporte) inhibe la absorción y puede llevar a una deficiencia funcional.
Epidemiología y factores de riesgo
Las causas más frecuentes en países con altos ingresos incluyen pérdidas sanguíneas (menstruales y gastrointestinales) y embarazo. La deficiencia de hierro sin anemia afecta al 38% de mujeres en edad reproductiva no embarazadas y al 13% tiene anemia por deficiencia de hierro. Durante el tercer trimestre del embarazo, hasta un 84% de las gestantes pueden tener deficiencia. Otras causas incluyen dieta insuficiente, cirugía bariátrica, enfermedades inflamatorias crónicas como la insuficiencia renal crónica, insuficiencia cardíaca, enfermedad inflamatoria intestinal y cáncer.
Signos y síntomas
Los síntomas pueden ser inespecíficos e incluyen fatiga, intolerancia al ejercicio, pica (particularmente pagofagia), síndrome de piernas inquietas, depresión y trastornos cognitivos. Signos físicos incluyen palidez, glositis, queilitis, coiloniquia y alopecia difusa. La presencia de síntomas como el síndrome de piernas inquietas y la pagofagia están altamente asociados a la deficiencia absoluta de hierro.
Diagnóstico
El diagnóstico se basa en niveles de ferritina menores a 30 ng/mL o saturación de transferrina (TSAT) menor a 20%. En presencia de inflamación, la ferritina puede estar falsamente elevada, por lo que TSAT es más confiable. El volumen corpuscular medio y la hemoglobina no son sensibles en etapas tempranas. La evaluación debe incluir una búsqueda etiológica basada en historia clínica, síntomas y estudios endoscópicos si está indicada.
Tamizaje y evaluación etiológica
Se debe considerar el tamizaje en individuos con factores de riesgo o síntomas. En mujeres con sangrado menstrual abundante se recomienda evaluación ginecológica. En casos sin causa aparente, se indican estudios gastrointestinales como endoscopia alta y colonoscopia. También se deben evaluar enfermedades como celiaquía, gastritis autoinmune e infección por Helicobacter pylori.
Tratamiento
Hierro oral
Es la terapia de primera línea. La dosis típica es sulfato ferroso 325 mg/día o en días alternos. La administración cada dos días puede mejorar la tolerancia gastrointestinal. Se debe evitar su ingesta junto con calcio, café o té. El tratamiento continúa hasta la normalización de ferritina, TSAT y hemoglobina.
Hierro intravenoso
Indicado en casos de intolerancia al hierro oral, mala absorción, pérdidas sanguíneas crónicas, enfermedades inflamatorias crónicas y en segundo o tercer trimestre del embarazo. Formulaciones como ferumoxitol, carboximaltosa férrica y derisomaltosa férrica permiten administración única. La hipofosfatemia es un efecto secundario importante a monitorear con carboximaltosa férrica.
Transfusión
Reservada para anemia severa (<7 g/dL) o compromiso hemodinámico. No corrige el déficit de hierro.
Seguimiento
Se debe monitorizar hemoglobina, ferritina y TSAT cuatro semanas después del tratamiento. En caso de falta de respuesta, investigar adherencia, absorción o pérdida continua. Para pacientes con causas crónicas, el seguimiento debe ser regular para prevenir recurrencias.
Conclusiones
La deficiencia de hierro y la anemia por deficiencia de hierro son condiciones prevalentes y subdiagnosticadas con implicaciones clínicas significativas. La evaluación diagnóstica debe incluir medición de ferritina y TSAT, y siempre debe buscarse y tratarse la causa subyacente. La terapia oral es efectiva en la mayoría de los casos, reservando el hierro intravenoso para situaciones específicas. Un abordaje estructurado garantiza la corrección del déficit y mejora la calidad de vida del paciente.
Referencias: