Obesidad y enfermedad cardiovascular: Evaluación del riesgo, actividad física y complicaciones

La obesidad ha emergido como uno de los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Con su prevalencia en aumento, se ha reconocido como un problema global de salud pública que afecta tanto a jóvenes como a adultos mayores. La relación entre obesidad y enfermedades cardiovasculares está bien documentada, mostrando que aquellos con un índice de masa corporal (IMC) elevado están en mayor riesgo de desarrollar condiciones como hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, fibrilación auricular, y enfermedad coronaria.

Evaluación del riesgo en pacientes con obesidad

Para abordar adecuadamente el riesgo cardiovascular en pacientes con obesidad, es necesario un enfoque multidimensional. Este enfoque incluye la evaluación de factores de riesgo cardiovascular, modificadores del riesgo, evaluación psicológica, y una valoración del estado inflamatorio e imágenes cardiovasculares. Integrar estas evaluaciones en la práctica clínica permite un entendimiento más detallado del perfil de riesgo cardiovascular en individuos obesos, lo que a su vez facilita estrategias de manejo más personalizadas.

Control de factores de riesgo cardiovascular

El control meticuloso de los factores de riesgo cardiovascular es central en la evaluación de pacientes con obesidad. Factores como la presión arterial elevada, dislipidemia, y el metabolismo de la glucosa deteriorado suelen acompañar a la obesidad. Para su control, se utilizan modificaciones en el estilo de vida, como cambios dietéticos, aumento de la actividad física y la cesación del tabaco. Además, se recomienda una evaluación cardiovascular basal mediante pruebas como el electrocardiograma, ecocardiograma y análisis de sangre para obtener un perfil completo de salud cardiovascular, incluso si el paciente no presenta síntomas.

Modificadores de riesgo

Los modificadores de riesgo, como la predisposición genética, el estatus socioeconómico y la etnicidad, también deben ser considerados al evaluar el riesgo cardiovascular en pacientes obesos. Estos modificadores pueden influir significativamente en el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Además, es importante considerar las comorbilidades como trastornos endocrinológicos, enfermedades renales crónicas, y la apnea obstructiva del sueño, ya que estas condiciones pueden exacerbar el riesgo cardiovascular asociado a la obesidad.

Evaluación psicológica y del estado inflamatorio

La salud mental y la obesidad están íntimamente relacionadas. El estrés, la depresión y la ansiedad son comunes en personas con obesidad y pueden afectar negativamente su salud cardiovascular. Por lo tanto, una evaluación psicológica integral debe formar parte del proceso de evaluación de riesgos. Adicionalmente, la obesidad se caracteriza por un estado inflamatorio crónico de bajo grado, con niveles elevados de marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva. Este estado inflamatorio puede contribuir al riesgo cardiovascular, lo que subraya la importancia de evaluar y, si es necesario, tratar la inflamación en estos pacientes.

Actividad física y rehabilitación cardíaca

La actividad física desempeña un papel fundamental en la reducción del riesgo cardiovascular en personas con obesidad. Se recomienda realizar al menos 150 minutos por semana de ejercicio de resistencia de intensidad moderada, combinado con tres sesiones de entrenamiento de fuerza. Este enfoque no solo contribuye a la pérdida de peso, sino que también mejora la tolerancia a la glucosa, la sensibilidad a la insulina, los niveles de lípidos, y el bienestar general. También reduce la presión arterial, la inflamación crónica, la masa grasa intraabdominal, y mejora la salud mental al reducir los niveles de depresión y ansiedad.

La rehabilitación cardíaca, tanto antes como después de eventos cardíacos agudos, ha demostrado tener efectos beneficiosos en pacientes obesos. Estos programas tienen como objetivo mejorar la pérdida de peso, la adherencia a una dieta saludable, los factores de riesgo cardiovascular, y la capacidad funcional. Los programas de rehabilitación incluyen entrenamiento de resistencia, con ejercicios que involucran los principales grupos musculares, y se ha demostrado que mejoran significativamente la aptitud cardiorrespiratoria y la tolerancia al ejercicio en pacientes obesos.

Obesidad, género y enfermedades cardiovasculares

Existen diferencias notables entre hombres y mujeres en lo que respecta a la obesidad y su impacto en la salud cardiovascular. La obesidad es más común en mujeres, particularmente durante la menopausia, cuando la redistribución de la grasa corporal desde las áreas subcutáneas hacia el área visceral aumenta el riesgo cardiovascular. En este grupo, la obesidad no solo aumenta el riesgo de hipertensión arterial y dislipidemia, sino que también está asociada con trastornos metabólicos como la diabetes, el síndrome de ovario poliquístico y la enfermedad del hígado graso, así como con un mayor riesgo de cáncer de endometrio, ovario y mama.

La evaluación del exceso de peso y la distribución de la grasa corporal es crucial para perfilar el riesgo cardiovascular real. Se ha demostrado que una mayor circunferencia de cintura y una relación cintura-cadera elevada están asociadas con un mayor riesgo de infarto de miocardio, especialmente en mujeres. En consecuencia, la evaluación de estas medidas puede ofrecer una visión más precisa del riesgo cardiovascular en comparación con el uso exclusivo del IMC.

Manejo de las complicaciones cardiovasculares

Enfermedad coronaria

Los pacientes obesos con enfermedad coronaria representan un perfil de manejo complejo. Aunque la obesidad está asociada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedad coronaria, estudios recientes han mostrado que los pacientes con sobrepeso tienen una menor tasa de mortalidad a corto plazo después de una intervención coronaria percutánea. Sin embargo, a largo plazo, la obesidad severa se asocia con una mayor mortalidad, lo que subraya la importancia de un manejo a largo plazo enfocado en la pérdida de peso y la modificación del estilo de vida.

Los pacientes con obesidad que se someten a una cirugía de revascularización coronaria también enfrentan un mayor riesgo de complicaciones postoperatorias, como infecciones profundas de la herida esternal. Además, la obesidad puede afectar la eficacia de los tratamientos antitrombóticos debido a la disfunción endotelial y el estado inflamatorio crónico.

Insuficiencia cardíaca

La obesidad predispone al desarrollo de insuficiencia cardíaca, tanto con fracción de eyección preservada como reducida. En pacientes obesos, la pérdida de peso ha demostrado ser una intervención clave para mejorar la capacidad funcional y reducir las hospitalizaciones a largo plazo. En casos severos, la cirugía bariátrica puede ser una opción viable para reducir los eventos cardiovasculares adversos mayores, incluyendo la insuficiencia cardíaca.

El ejercicio físico también es un componente esencial en el manejo de la insuficiencia cardíaca en pacientes obesos, ya que mejora el flujo sanguíneo hacia los músculos respiratorios y esqueléticos, y mejora la función pulmonar y la capacidad funcional. Los inhibidores del cotransportador sodio-glucosa tipo 2 (SGLT2) también han mostrado ser efectivos en la reducción de hospitalizaciones y muerte cardiovascular en pacientes con insuficiencia cardíaca, además de contribuir a la pérdida de peso y la mejora de la calidad de vida.

Fibrilación auricular

La obesidad es un factor de riesgo importante para el desarrollo y la progresión de la fibrilación auricular. La reducción de peso es esencial en el manejo de esta condición, ya que la pérdida de más del 10% del peso corporal se asocia con una reducción significativa de la carga de la fibrilación auricular. El ejercicio físico también juega un papel central en la prevención y tratamiento de la fibrilación auricular, mejorando la aptitud cardiorrespiratoria y reduciendo la recurrencia de la arritmia.

Tratamiento farmacológico en la obesidad que mejora el pronóstico cardiovascular

En pacientes obesos, ciertos medicamentos han demostrado mejorar la mortalidad cardiovascular. Los agonistas del receptor de GLP-1 (arGLP-1) y los inhibidores del cotransportador de sodio-glucosa tipo 2 (iSGLT2) son dos clases de medicamentos que han mostrado beneficios en la reducción de eventos cardiovasculares adversos mayores (MACE) en pacientes con diabetes tipo 2 y obesidad.

Los arGLP-1, como el semaglutide, han demostrado reducir significativamente la incidencia de eventos cardiovasculares y la mortalidad en pacientes obesos, incluso en aquellos sin diabetes. En particular, el estudio SELECT mostró una reducción del 20% en el resultado compuesto de muerte por causas cardiovasculares, infarto de miocardio no fatal o accidente cerebrovascular no fatal en pacientes tratados con semaglutide.

Por otro lado, los inhibidores de SGLT2 también han mostrado una tendencia a reducir el riesgo de MACE en pacientes obesos con diabetes tipo 2, aunque la evidencia sugiere que los arGLP-1 podrían ser más efectivos en este contexto.

Además, los medicamentos para la reducción de peso, como el tirzepatide, han mostrado efectos beneficiosos en la reducción del riesgo cardiovascular en pacientes obesos. Sin embargo, la evidencia sobre la superioridad de los medicamentos antiobesidad en la reducción de la mortalidad cardiovascular sigue siendo limitada.

En resumen, los arGLP-1 y los inhibidores de SGLT-2 son opciones farmacológicas que pueden mejorar la mortalidad cardiovascular en pacientes obesos, especialmente aquellos con diabetes tipo 2. La elección del tratamiento debe basarse en el perfil individual del paciente y las comorbilidades presentes.

Conclusiones

La obesidad y las enfermedades cardiovasculares están intrínsecamente relacionadas, y el manejo adecuado de los pacientes obesos requiere un enfoque multidisciplinario que aborde tanto la reducción de peso como las complicaciones cardiovasculares. La evaluación de riesgos debe incluir no solo los factores de riesgo cardiovascular tradicionales, sino también el estado inflamatorio, los factores psicológicos y los modificadores del riesgo. Además, las intervenciones en el estilo de vida, como el ejercicio y la dieta, son fundamentales para reducir el riesgo de eventos adversos a largo plazo.

Referencias:

  1. Int J Cardiol Cardiovasc Risk Prev. - Obesity and cardiovascular disease: Risk assessment, physical activity, and management of complications
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