El análisis exhaustivo de cuatro grandes cohortes internacionales, que abarcó datos de más de dos millones de personas entre 20 y 97 años, arroja nuevas luces sobre la relación entre la actividad física y la mortalidad por todas las causas a lo largo de la vida adulta. Este estudio refuerza la idea de que la actividad física es un factor clave para la longevidad, destacando diferencias significativas en su impacto según el grupo etario.
Metodología del estudio
Se emplearon datos de cuatro cohortes multinacionales: National Health Interview Survey (Estados Unidos), UK Biobank (Reino Unido), China Kadoorie Biobank (China) y Mei Jau (Taiwán). La población de estudio incluyó 2.011.186 individuos con un seguimiento promedio de 11,5 años, documentando 177.436 muertes. La actividad física, reportada por los participantes, se midió en equivalentes metabólicos (MET-horas por semana), y se consideró que cumplían con las recomendaciones quienes alcanzaban al menos 7,5 MET-horas semanales.
Resultados principales
El análisis demostró que la relación entre la actividad física y la mortalidad presenta un patrón no lineal, pero constante en todas las edades, con mayores beneficios observados en los adultos mayores. Las principales conclusiones incluyen:
- Beneficios de la actividad física por edades:
- En adultos jóvenes (20-29 años), el cumplimiento de las recomendaciones de actividad física se asoció con una reducción del 16 % en el riesgo de mortalidad.
- En mayores de 80 años, esta reducción ascendió al 22 %, subrayando un efecto protector más pronunciado en edades avanzadas.
- Relación dosis-respuesta:
- La actividad física moderada (7,5-15 MET-horas/semana) redujo el riesgo de mortalidad entre un 14 % y un 22 %.
- Niveles más altos de actividad (22,5-30 MET-horas/semana) ofrecieron una protección máxima del 26 %, aunque con beneficios marginales decrecientes más allá de este umbral.
- Comparación con otros factores modificables:
- Factores como no fumar, mantener un peso saludable, y evitar el consumo regular de alcohol también mostraron beneficios en la mortalidad, pero su impacto disminuyó con la edad, a diferencia de la actividad física, que mantuvo o incluso incrementó su efectividad en los adultos mayores.
Implicaciones del estudio
La promoción de la actividad física debe considerarse una estrategia esencial para la salud pública a lo largo de toda la vida. Este estudio sugiere que las guías de actividad física, que recomiendan de 150 a 300 minutos semanales de actividad de intensidad moderada, son aplicables universalmente, independientemente de la edad. Sin embargo, los mayores beneficios podrían alcanzarse incentivando niveles de actividad más altos, especialmente en adultos mayores.
Limitaciones
El estudio se basa en datos autoinformados, lo que puede introducir sesgos de recuerdo y sobreestimación. Además, no se consideraron cambios en la actividad física durante el seguimiento ni diferencias en los tipos de actividad (trabajo, transporte, ocio). A pesar de estas limitaciones, los resultados son consistentes con investigaciones previas y refuerzan el papel central de la actividad física en la reducción de la mortalidad.
Conclusión
La actividad física emerge como una herramienta clave en la promoción de la longevidad, superando a otros factores modificables en términos de impacto sostenido a lo largo de la vida. Fomentar hábitos de actividad física desde edades tempranas y mantenerlos en la vejez debería ser una prioridad en las políticas de salud global.
Referencias: