Este estudio determina que aumentar la ingesta de agua al día no tiene efecto significativo sobre la progresión de la enfermedad renal crónica moderada a 1 año de seguimiento.
Es habitual recomendar un aumento de la ingesta hídrica en pacientes con enfermedad renal crónica, probablemente motivado por la pérdida de la capacidad de concentración urinaria que acompaña a esta enfermedad. Aunque este aumento se ha asociado a mejoría en los parámetros de función renal, no hay una evidencia clara al respecto. Además, existen estudios que relacionan el aumento de la ingesta de agua con un descenso de los niveles de vasopresina medido como copeptina (péptido que se libera con la vasopresina del hipotálamo y que nos estima su secreción), lo cual podría tener un efecto beneficioso a nivel cardiovascular.
El objetivo del ensayo clínico es comparar la progresión de la enfermedad renal crónica en pacientes a los que se les indica un aumento de la ingesta diaria de agua. Se trata de un ensayo clínico aleatorizado, multicéntrico realizado en Canadá entre 2013 y 2017, en el que se dividen los pacientes en grupo de hidratación a los que se les indica una ingesta mayor de 1.5 litros de agua respecto a su ingesta basal (n=316) y un grupo control (n=315). Con ello analizan la evolución de la función renal a un año de seguimiento, así como el volumen de orina, los niveles de copeptina en plasma, el aclaramiento de creatinina, la microalbuminuria y calidad de vida.
El deterioro de la función renal fue de -2.2 ml/min/1.73 m2 en el grupo intervención y -1.9 ml/min/1.73m2 en el grupo control, sin alcanzar diferencias estadísticamente significativas. El grupo de hidratación presentó un aumento de la diuresis, así como del aclaramiento de creatinina. La modificación en la concentración de copeptina medida en plasma fue de 2.2 pmol/L menor en el grupo de hidratación. No se observaron cambios en los valores séricos de urea, sodio, potasio, tensión arterial o índice de masa corporal (IMC).
Observamos una serie de limitaciones en el trabajo realizado. En primer lugar existe un problema de cumplimiento, no se consigue un aumento de ingesta hídrica objetivo de 1.5 l, ya que el incremento de diuresis es solo de 0.6 l. Sin embargo, esta diferencia en ingesta sí tiene una trascendencia a nivel corporal, ya que ocasiona una inhibición de la vasopresina. Por otro lado, puede ser insuficiente un solo año de evolución para medir el efecto sobre la progresión de la función renal ya que en estos estadios la variación del filtrado glomerular es pequeña en ese corto periodo de tiempo. El análisis a más largo plazo permitiría definir mejor el efecto que podría producir aumentar la ingesta hídrica. Además, estudios a más largo plazo permitirían correlacionar el aumento de la ingesta no solo con la progresión de la enfermedad renal, sino también con los factores de riesgo cardiovascular, asociados a la disminución de liberación de la vasopresina.
Tampoco se justifica la recomendación de incrementar la ingesta en 1,5 litros de agua. Tal vez ingesta superiores podrían producir enlentecimiento de la enfermedad renal.
Por lo tanto, hasta que no se demuestre lo contrario, el incremento en la ingesta hídrica no tiene ningún efecto reseñable sobre la función renal. Este puede ser especialmente importante en pacientes en los que la sobrecarga hídrica puede tener efectos deletéreos, como los pacientes con Insuficiencia Cardiaca.
Referencias:
Comentario de los Drs. Fernando Tornero Molina y Javier Vian Pérez
Licenciado en Medicina por la Universidad Complutense, especialista en Nefrología formado en el Hospital Clínico de San Carlos. Jefe de Servicio de Nefrología del Hospital Virgen de la Luz de Cuenca y Jefe de Servicio de Nefrología del Hospital del Sureste de Madrid. En la actualidad responsable de la Unidad de Diálisis Peritoneal del Hospital Clínico de San Carlos y del manejo de los pacientes con Síndrome Cardiorrenal en dicho centro.
Licenciado en Medicina por la Universidad de Cantabria. Residente de 4º año en nefrología en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid.