Comentario de la Autora: Dra. Clara Bonanad Lozano
La infección por SARS-CoV2 se ha propagado rápidamente por el mundo, convirtiéndose en pandemia. La población de mayor edad es particularmente vulnerable a la COVID-19. Las tasas más altas de morbilidad y mortalidad en las personas mayores se han asociado especialmente a las enfermedades cardiovasculares y a la fragilidad. Desde que el día 31 de diciembre de 2019 las autoridades sanitarias de la República Popular China comunicaron a la Organización Mundial de la Salud varios casos de neumonía de etiología desconocida en Wuhan, la infección por SARS-CoV-2 se ha ido expandiendo por el mundo habiendo a día de hoy 13 de Julio de 2020, hasta 12.064.828 casos confirmados en el mundo (y 253.908 en España). La infección por este virus provoca manifestaciones clínicas diversas que se engloban en el término COVID-19. Éstas incluyen cuadros respiratorios, desde resfriado común hasta neumonía grave con síndrome de distrés respiratorio (SDRA), shock séptico y fallo multiorgánico. Según los datos publicados por el Ministerio de Sanidad de España, en nuestro país a fecha de 26 de marzo de 2020 (cuando se elaboró el documento) se habían diagnosticado 64.059 casos, y de los 34.249 hospitalizados el 16,4% tenían entre 70-79 años, el 12,4% más de 80 y el 4% más de 90. Estos datos estaban probablemente sesgados, debido al infra-diagnóstico de pacientes leves o asintomáticos, así como brotes no documentados en residencias de tercera edad, por lo que desconocemos la distribución real por edad, aunque ya nos daba. una idea de la gravedad del impacto de esta situación en la población geriátrica cuando más del 30% de los pacientes ingresados con infección confirmada tienen 70 años o más (sin contar con muchos de los brotes en residencias geriátricas). En cuanto a la tasa de mortalidad, los datos también son variables e influenciados por diversas circunstancias demográficas, sociales y epidemiológicas de cada país, además de posibles diferencias en el enfoque del diagnóstico de los pacientes. Por ello, aunque cifras entre 2 y 5% se han barajado en distintos documentos, no es posible a fecha de hoy el tener un dato fiable sobre la tasa de mortalidad. Los datos disponibles sí permiten afirmar que la edad es un factor de riesgo de mortalidad extremadamente relevante. En una de las cohortes chinas al principio de la pandemia ya se identificó la edad como predictor independiente de mortalidad. El informe realizado por la Organización Mundial de la Salud con fecha de 28 de febrero de 2020 a partir de 55924 casos confirmados en China, mostró una tasa de mortalidad del 14,8% para pacientes mayores de 80 años y del 8% para 70-79 años, frente a tasas inferiores al 0,5% en menores de 50 años. De forma similar, en España a fecha de 27 de marzo de 2020 se la tasa de letalidad pasaba del 0,6 entre los 50-59 años al 5,7% entre 70-79, 14,2% entre 80-89 y alcanzaba el 18,5% en nonagenarios. Además, como se recalca en el documento, las manifestaciones en personas de edad avanzada pueden ser atípicas, por lo que debemos agudizar la sospecha clínica en estos pacientes y no sólo eso, sino que dado que ya se ha demostrado que esta infección afecta gravemente a los más mayores, debemos protegerlos con extrema precaución. El documento da consejos y nos aporta una guía tanto para su sospecha en casos atípicos como para enfatizar medidas de protección y prevención en los mismos, al tratarse de la población de mayor riesgo. Por otro lado, sabemos que cuando se suma la edad, con la comorbilidad y específicamente la cardiovascular, la morbimortalidad se incrementa per se tanto por aparición de nueva enfermedad cardiovascular como por descompensación de la previa, así como por interacciones farmacológicas relevantes con los fármacos utilizados en la pandemia. Afortunadamente, hemos aprendido y hemos adquirido una experiencia clínica, además de la puesta en marcha de. ensayos clínicos que nos van aportando información novedosa que ya está cambiando nuestra perspectiva de abordaje de esta infección sobre todo en los más mayores, en caso de que tuviéramos que volver a enfrentarnos a una emergencia geriátrica de similar nivel.
Referencias:
Comentario de la Dra. Clara Bonanad Lozano
MD, PhD. Servicio de Cardiología. Hospital Clínico Universitario de Valencia. Profesora asociada del Departamento de Medicina. Facultad de Medicina de Valencia. Presidenta de la Sección de Cardiología Geriátrica de la Sociedad Española de Cardiología. Vocal por Valencia de la Sociedad Valenciana de Cardiología. Francisco José Tarazona Santabalbina MD, PhD. Servicio de Geriatría. Hospital Universitario de la Ribera. Vocal clínico de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Finance Director European Geriatric Medicine Society.
Servicio de Geriatría, Hospital Universitario de la Ribera, Alzira, Valencia.
Servicio de Cardiología, Hospital Clínico Universitario de Valencia, Valencia.
Responsable Insuficiencia Cardiaca. Servicio de Cardiología. Hospital Universitario La Princesa, Madrid.