Es bien reconocido que la enfermedad coronaria se asocia a una alta letalidad a corto, mediano y largo plazo; sin embargo, los resultados clínicos después del infarto agudo de miocardio (IAM) han mejorado en los últimos años gracias a la reperfusión oportuna y a la terapia farmacológica en prevención secundaria. Este hecho ha permitido observar más sobrevivientes al IAM sin falla cardiaca y con función sistólica del ventrículo izquierdo (FEVI) preservada.
Es claro que los betabloqueadores (BB) hacen parte de la terapia estándar en pacientes con IAM con falla cardiaca y/o disfunción ventricular izquierda por su reducción significativa en morbilidad y mortalidad, sin embargo; también juegan un papel fundamental en pacientes con IAM sin falla cardiaca o disfunción ventricular izquierda en fase temprana (< 1 año), pero existe incertidumbre sobre su uso en la fase crónica del IM (>1 año) en ausencia de otras indicaciones clínicas.
Ante el gran vacío de conocimiento anteriormente expuesto, el 14/02/2023 se publica este estudio de cohorte que incluyo un total de 43.618 pacientes con IM con o sin elevación del segmento ST; 78.5% (34.000) pacientes habían recibido BB después del primer año del IAM y 21.5% (9635) no recibieron BB después de un año de transcurrido el IAM; excluyendo a pacientes con falla cardiaca y/o disfunción ventricular izquierda.
Las características de línea de base fueron similares para los dos grupos de estudio, pero en el grupo de individuos sin BB luego de un año del IAM, se observó el doble de pacientes con antecedente previo de IAM, intervención coronaria percutánea (PCI) o derivación aortocoronaria con injerto (CABG).
En un análisis por intención de tratar, el resultado compuesto primario de mortalidad por todas las causas, IM recurrente, revascularización no programada y hospitalización por insuficiencia cardíaca se produjo en el 18,9 % pacientes con BB y en el 21,7 % de pacientes que no recibían BB durante una mediana de seguimiento de 4,5 años y después del ajuste por datos demográficos, comorbilidades relevantes y con ponderación de probabilidad inversa, el tratamiento con BB versus ningún tratamiento con BB se asoció con una tasa similar del resultado compuesto primario (HR 0,99; IC del 95 %: 0,93 a 1,04).
Cabe resaltar que, si bien las Guías de práctica clínica establecen que es razonable iniciar y continuar la terapia con BB después de un infarto de miocardio en pacientes sin insuficiencia cardíaca o disfunción ventricular izquierda, estas recomendaciones son basadas en ensayos clínicos previos a la era de la reperfusión y al uso de antiplaquetarios potentes.
En consecuencia, los hallazgos de este estudio permiten concluir que el uso de betabloqueadores en la fase crónica del IM (>1 año) no se asocia a mejores resultados cardiovasculares a largo plazo en ausencia de otras indicaciones para su uso (ej. falla cardiaca y/o disfunción ventricular izquierda), por lo que es necesario revalorar su uso después de cumplido este tiempo.
Es de mencionar que las principales limitaciones de este estudio fueron su diseño observacional, abierto y en el que no fue posible corroborar la adherencia real a la terapia con BB en el grupo de estudio.
Referencias:

Gloria Caterine Pérez Mingan