Café y enfermedades cardiovasculares

El café es una de las bebidas más consumidas en todo el mundo. Durante siglos, ha sido objeto tanto de elogios como de advertencias respecto a sus efectos sobre la salud. En las últimas décadas, el estudio científico del café ha experimentado un crecimiento exponencial, proporcionando una visión más clara sobre su relación con diversas enfermedades, especialmente las cardiovasculares. La relevancia de esta cuestión es indiscutible si consideramos que la enfermedad cardiovascular sigue siendo la principal causa de mortalidad global y representa una carga considerable en términos de calidad de vida y gastos en salud.

Este artículo revisa de forma crítica y detallada la evidencia disponible respecto al impacto del café sobre la hipertensión, la diabetes tipo 2, la enfermedad coronaria, la insuficiencia cardiaca, las arritmias, el accidente cerebrovascular y la mortalidad general. Además, se discuten los posibles mecanismos fisiopatológicos subyacentes a estas asociaciones y sus implicaciones en la práctica clínica.

Café e hipertensión arterial

El efecto del café sobre la presión arterial ha sido motivo de controversia durante años. Si bien se reconoce que el café puede provocar un aumento agudo de la presión arterial debido a sus efectos simpaticomiméticos, este fenómeno es transitorio y tiende a atenuarse en consumidores habituales. Estudios controlados han demostrado que un expreso triple puede aumentar la presión sistólica en 12 mmHg en personas no habituadas, sin efecto significativo en quienes consumen café regularmente.

Una revisión sistemática de estudios controlados con seguimiento de corta a mediana duración ha mostrado un incremento modesto en la presión arterial sistólica (2,4 mmHg) y diastólica (1,2 mmHg) asociado a la ingesta de café, con una dosis mediana de cinco tazas diarias. Sin embargo, estudios prospectivos que han analizado la relación entre el consumo crónico de café e hipertensión, incluyendo más de 200.000 participantes, indican que el consumo habitual de una a dos tazas al día no incrementa el riesgo de desarrollar hipertensión. Incluso, consumir tres o más tazas al día se ha asociado a un riesgo progresivamente menor de hipertensión clínica.

Las posibles explicaciones para este efecto protector incluyen la diuresis inducida por la cafeína, otros componentes bioactivos del café y el aumento de la actividad física relacionado con su consumo.

Café e hiperlipidemia

Los primeros estudios sugirieron que el consumo de café elevaba los niveles de colesterol sérico, pero se ha evidenciado que el método de preparación es un factor determinante. El café no filtrado, como el hervido, turco, griego o preparado con prensa francesa, contiene diterpenos (cafestol y kahweol) que elevan el colesterol LDL. Por el contrario, el café filtrado elimina casi por completo estas sustancias.

Una revisión de ensayos clínicos aleatorizados demostró que el café filtrado no afecta los niveles de colesterol, mientras que el consumo elevado de café no filtrado incrementa el LDL en 0,39 mmol/L. El café espresso y moka presentan incrementos modestos de colesterol, coherentes con su contenido intermedio de diterpenos.

Aunque el impacto clínico del aumento de colesterol por café no filtrado no está del todo claro, algunos estudios han asociado el consumo elevado de café no filtrado a mayor mortalidad cardiovascular en hombres mayores.

Café y diabetes tipo 2

El consumo agudo de cafeína reduce la sensibilidad a la insulina, pero este efecto desaparece con la exposición crónica. De hecho, múltiples estudios observacionales han documentado una asociación inversa entre el consumo habitual de café y el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

Una revisión de 30 estudios prospectivos encontró que un consumo alto de café (mediana cinco tazas diarias) se asocia a un 30% menos de riesgo de diabetes tipo 2, con una reducción del 6% por cada taza adicional al día. Esta asociación es independiente de si el café es con o sin cafeína, lo que sugiere que otros componentes del café contribuyen al efecto protector.

Estudios recientes confirman que reemplazar bebidas azucaradas por café disminuye el riesgo de diabetes tipo 2 en un 21%. Además, biomarcadores como la trigonelina, presente en el café, se correlacionan con menor riesgo de diabetes. El efecto del café en obesidad es inconsistente, pero no explica la asociación con diabetes dado que los estudios controlaron esta variable.

Café y enfermedad coronaria

Contrario a la creencia tradicional, estudios prospectivos bien ajustados por factores de confusión, incluyendo el tabaquismo, han mostrado que un consumo moderado de café se asocia a menor riesgo de enfermedad coronaria.

Un metaanálisis de 30 estudios observacionales encontró un riesgo relativo de 0,89 para quienes consumen 1,5 tazas diarias y de 0,93 para quienes consumen hasta 5,5 tazas diarias, en comparación con los no consumidores. Estos hallazgos son consistentes incluso en personas con diabetes tipo 2.

El café filtrado es el que se ha asociado con menor riesgo. El aumento de colesterol LDL observado con el café no filtrado podría neutralizar este beneficio. La evidencia actual no muestra que la genética del metabolismo de la cafeína modifique este riesgo.

Aunque los estudios sobre función endotelial han mostrado resultados contradictorios, no hay evidencia sólida de que el café afecte de forma adversa la salud vascular que explique las asociaciones observadas.

Café y taquiarritmias

El consejo tradicional de evitar café en pacientes con riesgo de taquiarritmias no se apoya en la evidencia actual. Estudios observacionales a gran escala, como los realizados en Kaiser Permanente y UK Biobank, han encontrado una asociación inversa entre consumo de café y hospitalizaciones por taquiarritmias, incluyendo fibrilación auricular, taquicardia supraventricular y ventricular.

El sesgo de selección podría influir, ya que quienes experimentan síntomas podrían reducir su consumo. Estudios de aleatorización mendeliana no han hallado relación causal entre variantes genéticas asociadas a mayor consumo de café y arritmias.

Café y ectopias cardiacas

El estudio CRAVE evaluó el efecto agudo del café sobre las ectopias cardiacas mediante monitorización continua. No se observó incremento de contracciones auriculares prematuras con café, pero sí un aumento en las ventriculares tras consumo de al menos dos tazas diarias. El efecto a largo plazo requiere más investigación.

Café y fibrilación auricular

La fibrilación auricular ha sido ampliamente estudiada en relación al café. Los estudios muestran que el consumo habitual no aumenta el riesgo y podría incluso reducirlo. Posibles mecanismos incluyen aumento del periodo refractario auricular por bloqueo de adenosina, efectos antiinflamatorios y vagolíticos.

El ensayo DECAF aportará datos definitivos al comparar seis meses de consumo habitual de café frente a abstinencia en pacientes con fibrilación auricular.

Café e insuficiencia cardiaca

Aunque estudios iniciales sugirieron riesgo aumentado de insuficiencia cardiaca con consumo elevado de café, estudios más recientes y robustos han demostrado lo contrario. Un metaanálisis reveló una curva en J, con menor riesgo en quienes consumen alrededor de cuatro tazas diarias.

Los estudios no suelen distinguir entre insuficiencia cardiaca con fracción de eyección preservada o reducida, lo que es una limitación relevante.

Café y accidente cerebrovascular

Pese a que la cafeína puede reducir el flujo cerebral, lo que teóricamente aumentaría el riesgo de ictus, la evidencia epidemiológica indica lo contrario. Estudios prospectivos y metaanálisis muestran una ligera reducción del riesgo de accidente cerebrovascular incluso con consumos de hasta ocho tazas diarias.

Estos resultados se replican en cohortes recientes como UK Biobank, donde el consumo de cuatro o más tazas diarias también se asoció a menor riesgo.

Café y mortalidad

La asociación entre consumo de café y menor mortalidad por cualquier causa es consistente y robusta. Estudios observacionales han documentado esta relación incluso con café descafeinado, lo que sugiere que la cafeína no es el único factor protector.

Las variaciones genéticas en el metabolismo de la cafeína no alteran esta asociación. El consumo de café también se ha vinculado a una menor mortalidad cardiovascular y por cáncer.

Potenciales mecanismos protectores

El café contiene potasio, magnesio, antioxidantes, fibras solubles y polifenoles, todos ellos con efectos beneficiosos sobre la salud. También puede modular favorablemente el microbioma intestinal.

El aumento de la actividad física observado en estudios como CRAVE podría contribuir a sus beneficios. Sin embargo, también reduce la duración del sueño, lo cual podría contrarrestar algunos efectos positivos.

La sustitución de bebidas azucaradas por café podría explicar parte del beneficio observado. Además, quienes no consumen café podrían compartir otros hábitos poco saludables que no se capturan bien en los modelos estadísticos.

Conclusiones

El café tiene efectos complejos que varían según la predisposición genética y los hábitos de consumo. Contrario a la creencia popular, los datos actuales sugieren que un consumo moderado, de una a cuatro tazas diarias, se asocia a menor riesgo de hipertensión, diabetes tipo 2, infarto de miocardio, arritmias, insuficiencia cardiaca y mortalidad general.

Se debe destacar el potencial efecto nocivo del café no filtrado sobre el colesterol LDL y la posible relación aguda entre café y contracciones ventriculares prematuras.

Estos beneficios no deben extrapolarse a otras bebidas con cafeína, como el té, en ausencia de estudios específicos. Determinar si la relación es causal y entender los mecanismos subyacentes será clave en futuras investigaciones.

Referencias:

  1. Eur Heart J. - Coffee and cardiovascular disease
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