Mortalidad en participantes en el Tour de Francia
En los últimos años se ha desatado una cierta polémica en cuanto a los efectos cardiovasculares del ejercicio (más sobrevida, desarrollo de fibrilación auricular, muertes súbitas,…), sobre todo el de competición. Presentamos un interesante estudio que analiza la mortalidad en participantes en el Tour de Francia entre los años 1947 y 2012.
El estudio que presentamos en CardioTeca en esta ocasión es un interesante trabajo de medicina deportiva, publicado en European Heart Journal, desarrollado en una Universidad parisina y que repasa los fallecimientos en los atletas participantes en el Tour de Francia entre los años 1947 y el 2012. La curiosidad del tema y los hallazgos justifican un editorial, bastante bien escrito, en el mismo número de la revista.
En el contexto de las recientes preocupaciones en la comunidad científica y en la sociedad en general sobre las nuevas técnicas de mejora del rendimiento deportivo y los posibles efectos negativos para la salud de las mismas y de la propia actividad física de alto nivel (o de élite), los datos sobre los resultados a largo plazo y las causas de muerte en los ciclistas de resistencia de elite son de particular interés.
En el estudio, los investigadores recogen las características y
el estado vital de todos los participantes franceses en el Tour de Francia en el período 1947-2012. Las causas de muerte se obtuvieron a partir de 1968. La mortalidad general y específica por enfermedad se compararon con la población masculina francesa usando razones de mortalidad estandarizadas globales y específicas (SMR) con sus intervalos de confianza (IC) del 95%. Entre los 786 ciclistas franceses que participaron al menos una vez entre los años mencionados, 208 (26%) murieron antes del 1 de septiembre de 2012. Neoplasias y enfermedades cardiovasculares representaron el 61 % de las muertes. Se observó una mortalidad un 41% menor en los ciclistas franceses (SMR: 0,59, IC del 95 %: 0,51 a 0,68; p <0,0001), que no cambió con el tiempo (p =0,70). Por principales causas de mortalidad se observaron unos resultados en las misma línea: por neoplasias (SMR: 0,56; IC del 95 %: 0,42 a 0,72, p <0,0001) y por muerte cardiovascular (SMR: 0,67, IC del 95 % : 0,50-0,88 , p=0,004). Donde no hubo diferencias fue en los motivos de fallecimiento derivados de causas externas (SMR: 1,06; IC del 95 %: 0,71 a 1,53; p=0,80).
Con estos resultados, los autores concluyen sucintamente que se observa una mortalidad sustancial y significativamente menor en los participantes en el Tour de Francia, en comparación con la población masculina general. Sin embargo, dichos resultados no nos permiten evaluar en detalle el equilibrio entre los efectos positivos de la actividad deportiva de alto nivel y la selección de los atletas de elite sanos, frente los posibles efectos nocivos de la actividad física excesiva o presunto dopaje.
El artículo es original y muy interesante. Indudablemente, para globalizar a la población uno debe tener en cuenta las limitaciones del propio diseño (entre otras, retrospectivo-observacional, la población de comparación general es heterogénea pudiendo no representar a un varón sano similar frente a un atleta fuerte y generalmente muy sano, las medicaciones-dopaje variables, al estudiar sólo a los ciclistas franceses tan sólo incluyen al 30% de los participantes en esos años, etc...). Por tanto, no podemos concluir por este trabajo que el deporte de élite per se sea mejor para la salud que no hacerlo. En mi humilde opinión no cambia mi percepción personal de que el deporte moderado sí es beneficioso, según apuntan muchos estudios, mientras que el de élite no está tan claro. Esta falta de claridad se difumina aún más cuando consideramos otros factores relevantes, como el uso de sustancias deletéreas para la salud o dopaje o la implementación de tácticas leoninas de alto rendimiento.
Enlaces:
- Artículo - Mortality of French participants in the Tour de France (1947-2012) »
- Editorial - Reduced mortality in former Tour de France participants: the benefits from intensive exercise or a select genetic tour de force? »
