Cigarrillos electrónicos para dejar de fumar: ¿de verdad valen para algo?
El presente trabajo, un ensayo clínico aleatorizado neozelandés con más de 600 pacientes, recientemente publicano en The Lancet, analiza la utilidad de una terapéutica emergente para dejar de fumar: los cigarrillos electrónicos.

En los últimos años, y junto a otros motivos, las restricciones legales impuestas a los fumadores han motivado el interés de muchos de ellos por abandonar este pernicioso hábito.
Entre las diferentes modalidades terapéuticas derivadas de la mencionada tendencia, destacan los cigarrillos electrónicos (comúnmente conocidos como e-cigarrillos), que pueden suministrar nicotina de forma controlada y mitigar la retirada del tabaco siendo utilizados por muchos fumadores para ayudar en sus intentos de dejar de fumar.
Así, un grupo de investigadores de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, se plantea comparar si los cigarrillos electrónicos son más eficaces que los clásicos parches de nicotina para ayudar a los fumadores a dejar de fumar.
Para ello, diseñan un ensayo aleatorizado controlado de superioridad pragmática que reclutó pacientes entre el 06 de septiembre 2011 y el 5 de julio de 2013. Escogieron fumadores adultos (≥18 años) que desearan dejar de fumar y los asignaron al azar en varios grupos (asignación en bloques informatizada, estratificada por etnia [maoríes ; pacífica, o no] , sexo [hombres y mujeres] , y el nivel de la dependencia de la nicotina [>5 o ≤5 en el test de Fagerström para la dependencia de la nicotina]). Concretamente, se les dividió en una proporción de 4:4:1 a recibir 16 mg de nicotina mediante cigarrillos electrónicos, parches de nicotina (parche de 21 mg, uno al día) o placebo (e-cigarrillos sin nicotina ), desde 1 semana antes hasta 12 semanas después del día que dejaron de fumar. Además, los pacientes contaron con el apoyo de consejería telefónica voluntaria.
La variable resultado primaria fue (bioquímicamente verificada) la abstinencia continua a los 6 meses (considerando la medición de monóxido de carbono <10 ppm en aire exhalado). El análisis primario fue por intención de tratar.
Finalmente, aleatorizaron 657 personas (289 cigarrillos electrónicos con nicotina, 295 a los parches, y 73 a e-cigarrillos placebo) y se incluyeron en el análisis por intención de tratar. A los 6 meses, la abstinencia verificada fue del 7,3% (21 de 289) con los cigarrillos electrónicos, 5,8% (17 de 295) con los parches, y del 4,1% (tres de 73) con el placebo.
La diferencia de riesgo del cigarrillo electrónico con nicotina vs. los parches fue de 1,51 [con un IC del 95%: -2,49 a 5,51] , y la de los cigarrillos electrónicos con nicotina frente a e-cigarrillos placebo de 3,16 [con un IC al 95 % entre -2, 29 y 8,61].
Hay que mencionar que el logro de abstinencia fue sustancialmente menor de lo esperado para el cálculo de la potencia, por lo que los autores reconocen un poder estadístico insuficiente para concluir la superioridad de los cigarrillos electrónicos con nicotina en cuanto a los parches o los e-cigarrillos placebo. No se identificaron diferencias significativas en los eventos adversos, con 137 eventos en el grupo e-cigarrillos de nicotina, 119 eventos en el grupo de parches, y 36 eventos en el grupo de placebo los cigarrillos electrónicos.
Finalmente, los investigadores concluyen que los e-cigarrillos, con o sin nicotina, son moderadamente eficaces para ayudar a los fumadores a dejar de fumar, pues consiguen un grado de abstinencia similar a la de los parches de nicotina, ambos con pocos efectos adversos.
Realmente, no está claro el lugar exacto de los cigarrillos electrónicos en el control del hábito tabáquico. Por ello, la última frase de la conclusión del trabajo es la manida aseveración de que se necesita más investigación con urgencia para establecer claramente sus beneficios generales y sus potenciales efectos adversos.
Independientemente de los sesgos, limitaciones del estudio, el corto seguimiento, así como del hecho de que se ha realizado en pacientes de razas, muchos de ellos, diferentes a la nuestra, el trabajo de Bullen et al. Nos presenta una información sumamente interesante a la hora de aconsejar, con datos en la mano, a nuestros pacientes fumadores (¿todavía?). Lo que nos deja un poco de mal sabor de boca del estudio, como explícitamente reconocen los autores es la escasa capacidad de los métodos que emplearon para conseguir una abstinencia a los 6 meses.
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