El envejecimiento poblacional avanza de forma sostenida y obliga a reorientar la cardiología hacia un enfoque integral. En las personas mayores, varios síndromes geriátricos actúan como potenciadores del riesgo cardiovascular al incrementar la probabilidad de eventos adversos y complicaciones. Esta revisión práctica resume qué son, cómo identificarlos con herramientas reproducibles y qué intervenciones iniciar desde la consulta cardiológica.
Mensajes clave
- La fragilidad, la multimorbilidad, la polifarmacia, la sarcopenia y la malnutrición tienen impacto directo y modificable sobre el riesgo de eventos cardiovasculares.
- La edad cronológica no basta: la edad biológica y la valoración integral (clínica, funcional, cognitiva, nutricional y social) deben guiar decisiones.
- El cribado sistemático con escalas sencillas (p. ej., FRAIL, SPPB, velocidad de la marcha; SARC-F; MNA; criterios STOPP/START y Beers; CIRS-G o GMA) es preferible a no evaluar nada.
- En insuficiencia cardíaca, TAVI y síndromes coronarios agudos, integrar estos “potenciadores” mejora la estratificación y la toma de decisiones compartida.
- Detectar precozmente permite intervenir y, potencialmente, revertir o atenuar el riesgo.
Introducción: del envejecimiento a la cardiogeriatría
Las personas de 65 o más años aumentan en número y proporción, con especial crecimiento del grupo >80 años. En este contexto emergen los síndromes geriátricos como “estados de salud” multifactoriales que modifican la presentación y el pronóstico de las enfermedades cardiovasculares. La cardiogeriatría propone distinguir los síndromes que potencian el riesgo de aquellos que lo determinan (concordantes o discordantes), para orientar mejor el manejo.
Potenciadores del riesgo cardiovascular
Fragilidad
Entidad multidimensional e independiente de la edad cronológica, caracterizada por menor reserva biológica y mayor vulnerabilidad a estresores. Su prevalencia es alta y su bidireccionalidad con la enfermedad cardiovascular está bien descrita. La evaluación debe evitar enfoques “edadistas” y apoyarse en herramientas reproducibles.
- Fenotipo físico: FRAIL, SPPB y velocidad de la marcha; la CFS requiere cautela interpretativa en demencia, priorizando la descripción clínica.
- Acumulación de déficits: EFS, FRAIL-VIG, CGA-FI y TFI, que integran dominios clínicos, funcionales, psicológicos y sociales.
Multimorbilidad
Presencia de varias enfermedades crónicas (≥1 año) sin relación jerárquica entre sí. Aumenta de forma exponencial el riesgo de eventos adversos, especialmente cuando coexiste con fragilidad. No es sinónimo de fragilidad y ambas pueden presentarse de manera independiente, con implicaciones pronósticas y terapéuticas diferentes.
- Instrumentos útiles: índice de Charlson (más orientado a comorbilidad), GMA (en España) y CIRS-G para valorar carga global de enfermedad.
Polifarmacia
Uso de ≥5 fármacos (recetados o no). Es muy prevalente en el envejecimiento, la multimorbilidad y las enfermedades cardiovasculares. Se asocia con interacciones, errores de toma, medicación potencialmente inapropiada, declive funcional y cognitivo, rehospitalizaciones y mortalidad. Diferenciar polifarmacia adecuada de inadecuada es esencial, promoviendo la desprescripción cuando corresponda.
- Cribado/optimización: criterios STOPP/START, Beers y revisiones periódicas de la prescripción.
Sarcopenia y malnutrición
La sarcopenia (pérdida de fuerza, masa y función muscular) y la malnutrición (incluye desnutrición, desequilibrios micro/macro y exceso ponderal) elevan el riesgo de eventos cardiovasculares y complicaciones. El IMC es poco útil como cribado en personas mayores (fenotipo de “obesidad sarcopénica” frecuente), y la calidad muscular puede estar deteriorada sin atrofia evidente.
- Herramientas de cribado: SARC-F y MNA (versión corta o extendida).
- Indicadores complementarios: prealbúmina, albúmina, transferrina, colesterol total, pérdida de peso no intencional, circunferencia braquial o de pantorrilla, y seguimiento del IMC.
- Datos relevantes: en insuficiencia cardíaca la sarcopenia es común (34–66%, mayor en internación), se asocia a hospitalizaciones prolongadas/recurrentes y mayor mortalidad.
Cómo valorarlos en cardiología
Implementar “alguna” herramienta es mejor que no evaluar. El cribado debe integrarse en una valoración multidimensional e interdisciplinar. En la práctica:
- Fragilidad: FRAIL o SPPB y velocidad de la marcha en consulta; si es posible, modelos de déficits (EFS, FRAIL-VIG, CGA-FI, TFI) para una visión integral.
- Multimorbilidad: GMA o CIRS-G para objetivar la carga; el número y gravedad de morbilidades tienden a correlacionarse con el impacto cardiovascular y la fragilidad.
- Polifarmacia: aplicar STOPP/START y Beers en cada visita, con énfasis en deprescripción cuando el balance beneficio-riesgo cambie (p. ej., nuevas interacciones, deterioro funcional).
- Sarcopenia/malnutrición: SARC-F y MNA como tamizaje; incorporar marcadores bioantropométricos y analíticos básicos, y derivar a nutrición/rehabilitación cuando haya alerta.
Escenarios clínicos donde más aportan
Insuficiencia cardíaca (IC)
Estado catabólico acelerado, pérdida de peso y sarcopenia/malnutrición se interrelacionan y empeoran el pronóstico. La intervención nutricional se asocia a menor mortalidad por cualquier causa y menor riesgo de reingreso por IC. Evaluar fragilidad y multimorbilidad añade valor pronóstico para muerte y hospitalización.
Estenosis aórtica grave y TAVI
La fragilidad forma parte del proceso de selección. Se recomienda cribado de sarcopenia con SARC-F y cribado semestral de desnutrición con MNA-SF. La perspectiva cardiogeriátrica facilita decisiones compartidas y resultados más consistentes.
Síndromes coronarios agudos (SCA)
En el SCA sin elevación del ST, el equilibrio entre estrategias invasivas y conservadoras en personas mayores debe considerar los potenciadores cardiogeriátricos para prevenir complicaciones. En mayores de 70 años, el estado nutricional ayuda a estratificar el riesgo de eventos intrahospitalarios.
Aplicación práctica
- En cada visita: registrar velocidad de la marcha o SPPB, FRAIL, revisión estructurada de fármacos con STOPP/START y Beers, y SARC-F/MNA como cribado.
- Planes de intervención: ejercicio multicomponente (resistencia, fuerza y equilibrio), optimización nutricional (proteínas, micronutrientes, soporte si procede), educación terapéutica y simplificación de pautas.
- Coordinación: derivación a nutrición, rehabilitación cardíaca, trabajo social y geriatría según dominios comprometidos.
- Reevaluación: programar revisiones periódicas para ajustar tratamiento, deprescribir y monitorizar función y estado nutricional.
Relevancia clínica
Estos síndromes son modificables y explican parte del “riesgo residual” no capturado por calculadoras tradicionales. Integrarlos permite personalizar decisiones en prevención, intervenciones estructurales y terapias avanzadas, alineando objetivos con la capacidad funcional y las preferencias del paciente.
Impacto en la práctica clínica
- Mejor estratificación: añade información pronóstica sobre mortalidad, rehospitalizaciones y complicaciones procedimentales.
- Tratamientos más seguros: menos eventos adversos por interacciones y medicación inapropiada; mayor adherencia.
- Uso eficiente de recursos: detección precoz, intervenciones dirigidas y menor estancia/internaciones evitables.
Conclusiones
La fragilidad, la multimorbilidad, la polifarmacia, la sarcopenia y la malnutrición deben incorporarse de forma sistemática en la valoración cardiológica de las personas mayores. La detección estructurada con escalas simples, seguida de intervenciones multidominio, permite reducir riesgo y orientar decisiones más justas que las basadas solo en la edad.
Referencias:
- REC CardioClinics. - Síndromes cardiogeriátricos: potenciadores y determinantes del riesgo cardiovascular
Ramón Bover Freire






























