Comentario de la Autora: Dra. Nerea Torres González
En el artículo presentamos una propuesta de protocolo de control electrocardiográfico en pacientes que eran tratados para la COVID-19 con fármacos que podían alargar el intervalo QT, con la ayuda de un dispositivo portátil para facilitar la desinfección. Tras la implementación de este protocolo, no registramos ninguna arritmia ventricular ni muerte súbita.
La COVID-19 continúa, varios meses después de su inicio, teniendo contra las cuerdas a los sistemas sanitarios y gobiernos de la mayoría de países del mundo. Desde el punto de vista sanitario ha supuesto un verdadero reto por varios motivos a los que la mayoría de médicos jóvenes de nuestro entorno no estamos acostumbrados: prestar atención en centros asistenciales saturados, en ocasiones con escasez de camas, recursos y equipos de protección individual, para tratar una enfermedad “nueva”, todavía rodeada de muchas incógnitas y para la que no existe tratamiento eficaz. Durante el inicio de la pandemia, y todavía en algunos países, se han empleado para su tratamiento fármacos con poder inmunomodulador e inmunsupresor como la hidroxicloroquina y la azitromicina, y antivirales como el lopinavir/ritonavir. Estas moléculas tienen la capacidad, en mayor o menor grado, de prolongar el intervalo QT como efecto secundario, por lo que numerosas sociedades e instituciones científicas alertaron sobre la necesidad de controlar electrocardiográficamente a estos pacientes.
En nuestro centro nos propusimos entonces desde el servicio de Cardiología elaborar un protocolo de control electrocardiográfico de estos pacientes, pero nos encontramos con una serie de hándicaps como la falta de disponibilidad de suficientes electrocardiógrafos digitales para evitar la impresión de papel en entornos contaminados y la dificultad para la desinfección de estos aparatos voluminosos. Para salvar estas dificultades decidimos realizar el control ECG de estos pacientes con el dispositivo Kardiamobile 6L de Alivecor Inc., de pequeño tamaño, fácil desinfección y capaz de realizar un ECG en pocos segundos y enviar el trazado mediante Bluetooth a un smartphone o tablet ubicado en una “zona limpia”.
Desarrollamos entonces un protocolo de seguimiento que consistía en realizar notas evolutivas en la historia clínica informatizada del paciente, estratificando el riesgo arrítmico en función del valor del intervalo QT corregido (o JTc en caso de QRS ancho) como bajo, moderado o de alto riesgo, reflejando además la lista de fármacos prescritos en el plan de tratamiento del paciente con riesgo de prolongar el intervalo QT y recomendaciones en cuanto a suspensión de fármacos o control y ajuste de desequilibrios iónicos. La periodicidad de realización del ECG con el Kardiamobile 6L (cada 24, 48 ó 72 horas) se indicaba como parte de las medidas terapéuticas no farmacológicas. El seguimiento del paciente por nuestra parte concluía cuando se habían suspendido todos los fármacos para la COVID-19 con riesgo de prolongar el QTc y el ECG era normal.
Entre abril y mayo de 2020 analizamos 240 trazados ECG de 81 pacientes, con una media de edad de 63,4±17,2 años, de los que el 70,3% eran hombres. Durante el seguimiento, 10 pacientes desarrollaron QT largo farmacológico (QTc>470 ms/JTc>350 ms en hombres y QTc>480 ms/JTc>360 ms en mujeres), y en dos de ellos hubo que suspender toda la medicación antiviral por alto riesgo arrítmico. Durante el seguimiento electrocardiográfico, fallecieron 6 pacientes, de los cuales solo uno había presentado QT largo, y no fue esta la causa del fallecimiento, sino la mala evolución respiratoria. La prolongación del intervalo QT fue estadísticamente significativa para todos los esquemas terapéuticos: lopinavir/ritonavir solo, lopinavir/ritonavir + hidroxicloroquina, azitromicina + hidroxicloroquina y la asociación de los tres fármacos, utilizada en la mayoría de los pacientes. Desde el inicio del protocolo de seguimiento, no registramos ninguna arritmia ventricular o muerte súbita.
Es probable que los fármacos propuestos para tratar la COVID-19 continúen cambiando a lo largo de los próximos meses, hasta que obtengamos un tratamiento eficaz y/o una vacuna con una efectividad suficiente que nos permita controlar o erradicar esta enfermedad. Hasta entonces, debemos dirigir nuestros esfuerzos a garantizar la seguridad de los esquemas terapéuticos que empleamos. Los dispositivos de monitorización portátil abren un amplio abanico de posibilidades al permitir la realización de un registro electrocardiográfico de hasta 6 derivaciones de forma sencilla y accesible, con la única necesidad de disponer de un smartphone, lo que puede ser de utilidad en el campo de las arritmias e incluso en cardiopatía isquémica, aplicable a otros contextos clínicos o de investigación.
Referencias:
- Rev Esp Cariol - Control electrocardiográfico del intervalo QT mediante dispositivo portátil en pacientes ingresados por COVID-19. Propuesta de protocolo.
Comentario de la Dra. Nerea Torres González
Graduada en Medicina en la Universidad de La Laguna. Médica Interna Residente en Cardiología en el Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria, en Santa Cruz de Tenerife. Áreas principales de interés: arritmias y electrofisiología cardíaca.