Comentario del Autor: Dr. Martin Negreira Caamaño
En este estudio prospectivo que incluyó 673 pacientes consecutivos, la incidencia de eventos cardiovasculares mayores tras un ingreso por COVID-19 fue del 5,5%, siendo el ingreso por insuficiencia cardiaca el más frecuente (3,3%) y la enfermedad tromboembólica el más precoz, con un 75% de los eventos en el primer mes tras el alta.
En diciembre de 2019 se reportaron los primeros casos de infección por un nuevo tipo de coronavirus, el SARS-CoV-2, que ocasiona la enfermedad denominada COVID-19. En pocos meses la infección alcanzó impacto global y ocasionó millones de afectados y fallecidos, alcanzando el nivel de pandemia y ocasionando un tremendo impacto en la sociedad.
La interacción del virus con el sistema cardiovascular es estrecha y algunos factores de riesgo vascular como la hipertensión arterial han demostrado asociarse a una evolución más grave en los pacientes con COVID-19.
Se han descrito múltiples efectos deletéreos que la infección produce en el organismo a nivel cardiovascular, con afectación tanto a nivel cardiaco como en el endotelio vascular. Reflejo de ello son las frecuentes y variadas manifestaciones cardiovasculares en el contexto de la fase aguda de la enfermedad: miopericarditis, tromboembolismo pulmonar, cardiomiopatía de estrés, infarto agudo de miocardio, etc. Sin embargo, dado el corto recorrido de la patología, son escasos los datos acerca de sus manifestaciones a largo plazo.
En este contexto llevamos a cabo nuestro trabajo de investigación, en el cual pretendimos analizar la incidencia de eventos cardiovasculares mayores que presentan los pacientes durante el primer año tras padecer el COVID-19.
Para ello se diseñó un estudio observacional prospectivo, incluyendo todos aquellos pacientes que habían sido hospitalizados en nuestro centro por COVID-19 durante la llamada ‘’primera ola’’ de la pandemia en nuestro país (esto es, 673 pacientes consecutivos que fueron dados de alta durante los meses de marzo y abril de 2020). Reconocimos como eventos cardiovasculares el síndrome coronario agudo, el accidente cerebrovascular, la enfermedad tromboembólica venosa, la hospitalización por insuficiencia cardiaca o la mortalidad por causa cardiovascular.
Al finalizar el seguimiento (352,2 ± 70,4 días), 40 pacientes (un 5,9% del total) presentaron algún evento cardiovascular mayor, siendo el más frecuente la hospitalización por insuficiencia cardiaca, que se presentó en 22 (3,3%) pacientes. La incidencia de los demás eventos fue del 1,2% para la enfermedad tromboembólica venosa, 0,9% el accidente cerebrovascular y del 0,7% tanto para el síndrome coronario agudo como para la muerte cardiovascular.
De forma interesante, al analizar cuando se produjeron los eventos, observamos que un tercio habían sucedido en el primer mes tras la hospitalización, con una mediana de tiempo hasta el primer evento de 74 días. Esto resultó especialmente remarcable en el caso de la enfermedad tromboembólica venosa, ya que el 75% de los eventos tuvieron lugar en el primer mes, con un tiempo mediano hasta el evento de 18 (5-100) días.
A pesar de que el diseño del estudio, no controlado y de carácter observacional, no permite extraer conclusiones robustas, sí nos permitió plantearnos el posible impacto clínico que puede tiene el este virus con el sistema cardiovascular. Comparada con la población general (si tenemos en cuenta que se trata de una muestra con una media de edad joven y con una prevalencia no muy elevada de factores de riesgo) , apreciamos una incidencia notable de eventos cardiovasculares.
Aunque son necesarios nuevos trabajos que profundicen en la asociación del SARS-CoV-2 con el sistema cardiovascular en el medio y largo plazo, es posible que los efectos demostrados en las fases tempranas de la infección asocien efectos deletéreos significativos en un mayor lapso de tiempo. De esta forma, es conocida la implicación de otros agentes, como el virus de la gripe (influenza) en el pronóstico cardiovascular de nuestros pacientes, existiendo diversos estudios que atribuyen a éste y otros virus un papel modificador de la enfermedad coronaria a largo plazo, con un impacto negativo sobre el proceso de aterosclerosis. Con los datos que tenemos a día de hoy, no resulta inverosímil pensar que el SARS-CoV-2 presentará una repercusión de similar envergadura.
Todavía inmersos en la pandemia, esperamos nuevos estudios que nos ayuden a entender la fisiopatología del virus que en estos momentos tiene al planeta en vilo.
Referencias:
- Rev Esp Cardiol. - Eventos cardiovasculares tras la hospitalización por COVID-19: seguimiento a largo plazo.
Comentario del Dr. Martin Negreira Caamaño
Médico Interno Residente en el Hospital General Universitario de Ciudad Real. Doctorando en Ciencias de la Salud en la Universidad de Castilla La Mancha.Twitter: @NegreiraMartin