Comentario de la Autora: Laura Fuertes Kenneally
La fibrilación auricular (FA) es la arritmia más prevalente a nivel mundial y constituye una causa importante de deterioro funcional y reducción de la calidad de vida de los pacientes. Ante este reto epidemiológico, la rehabilitación cardíaca (RC) emerge como una intervención adyuvante prometedora, aunque infrautilizada, en esta población. A pesar de la evidencia acumulada sobre los beneficios del ejercicio en la FA, la heterogeneidad de los protocolos de entrenamiento utilizados en los estudios ha limitado su aplicación clínica. Además, estudios previos no tienen en cuenta el tipo de FA y se desconoce la influencia de variables del ejercicio como la modalidad o la intensidad.
Para hacer frente a estas dudas, llevamos a cabo una revisión sistemática y metaanálisis con el objetivo de evaluar el efecto del entrenamiento — aeróbico, de fuerza o combinado— sobre la capacidad funcional (VO₂ pico y distancia recorrida en la prueba de la marcha de 6 minutos [6MWT]), la calidad de vida (CV), la frecuencia cardíaca (FC) en reposo, la carga de FA y sus síntomas. Para ello, realizamos una búsqueda sistemática en PubMed, Embase y Web of Science hasta noviembre 2023. Los criterios de inclusión se basaron en los criterios PICO: estudios en adultos con cualquier tipo de FA que hubieran participado en programas de entrenamiento de al menos dos semanas de duración, excluyéndose intervenciones como yoga, medicina tradicional china o ejercicios respiratorios. Se consideraron como comparadores tanto un grupo control que no realizaba ejercicio como otros programas de entrenamiento que llevaran a cabo un tipo de ejercicio diferente. Por último, realizamos subanálisis en función del tipo de FA (permanente o no permanente- paroxística o persistente).
Inicialmente, la búsqueda sistemática identificó 5.278 estudios que cumplían con los criterios de inclusión. Tras un proceso de cribado por dos revisores independientes, se incluyeron finalmente 11 estudios, abarcando un total de 780 pacientes de ocho países diferentes. La edad media era de 60 años, aproximadamente la mitad de los estudios incluyeron pacientes con FA paroxística y persistente y un tercio se centró en FA permanente. El tipo de ejercicio utilizado con mayor frecuencia en esta población era el aeróbico de intensidad moderada (MIT), con una duración media de 13 semanas y una frecuencia de 2–3 sesiones por semana. No se incluyó ningún estudio que evaluara el ejercicio de fuerza de manera aislada.
En cuanto a los resultados, observamos un beneficio del ejercicio aeróbico sobre el VO₂ pico, tanto en FA permanente (4.55 ml/kg/min) como no permanente (1.60 ml/kg/min). Estos incrementos superaron el umbral para ser considerado clínicamente relevante (≥1 ml/kg/min), lo que se traduce en reducciones de mortalidad (40.95% y 14.4%, respectivamente). También se objetivó una disminución significativa de la FC en reposo en pacientes con FA permanente (−12.79 lpm), hallazgo que respalda el papel del entrenamiento como estrategia de control de frecuencia, posiblemente mediada por un aumento del tono parasimpático. En cambio, no se observaron mejoras significativas en la distancia recorrida en el 6MWT, la CV, la carga ni síntomas de FA. La ausencia de efecto sobre la CV podría explicarse por la heterogeneidad de los instrumentos empleados, predominantemente cuestionarios genéricos (p. ej., SF-36) en lugar de herramientas específicas para FA. Respecto a la carga de FA, los resultados dependían del método de monitorización empleado: mientras algunos estudios con Holter de 24–48h no mostraron diferencias, un estudio con Holter implantable de larga duración sí detectó una reducción significativa en la carga de FA.
Un aspecto novedoso de esta revisión es analizar cómo la modalidad y la intensidad del entrenamiento modifican los efectos del ejercicio. Respecto a la intensidad del ejercicio aeróbico, en los últimos años ha crecido el interés por el entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) en los pacientes con enfermedad cardiovascular. Sin embargo, en esta revisión no hallamos evidencia que favorezca HIIT frente a MIT en pacientes con FA: ambos aumentaron de forma comparable la capacidad funcional y redujeron la FC en reposo. Además, pese a la preocupación de que el HIIT pueda incrementar la carga de FA (descrita en atletas), tampoco encontramos señales que apoyen ese riesgo en esta población. En cuanto a la modalidad de ejercicio, solo dos estudios llevaron a cabo ejercicio combinado (fuerza y aeróbico), encontrando una mejora superior en la fuerza muscular y carga máxima de ejercicio, aunque sin impacto claro en la CV. Estos datos sugieren que, más allá del entrenamiento aeróbico, los programas que incorporan fuerza podrían ofrecer beneficios adicionales. Las guías actuales de ACC/AHA sobre el manejo de pacientes con FA (2023) proponen 210 minutos semanales de ejercicio moderado a vigoroso; sin embargo, esta revisión demuestra que incluso con duraciones inferiores se obtienen beneficios clínicos significativos.
En conclusión, esta revisión sistemática refuerza el papel del ejercicio físico como herramienta terapéutica en pacientes con FA, con beneficios demostrados sobre la capacidad funcional y el control de FC. Estos hallazgos respaldan la incorporación del entrenamiento aeróbico (y posiblemente combinado) como parte esencial de los programas de RC en esta población. En la era de la medicina personalizada, optimizar la modalidad e intensidad del ejercicio en función del perfil clínico del paciente es clave para maximizar el beneficio.
Referencias:
- Sports Medicine Open. - Effect of Exercise Training with Consideration of Potential Moderating Variables in Patients with Atrial Fibrillation: A Systematic Review and Meta-Analysis
Laura Fuertes Kenneally






















