Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de mortalidad y discapacidad a nivel mundial. En 2023 se estimaron 437 millones de años de vida ajustados por discapacidad (DALYs) debidos a causas cardiovasculares y 19,2 millones de muertes, con un aumento sostenido del número absoluto de casos desde 1990. Sin embargo, las tasas estandarizadas por edad han descendido de forma relevante, lo que revela que el incremento neto de la carga se explica por el envejecimiento y el crecimiento poblacional, junto con una exposición todavía elevada a factores de riesgo modificables.
Magnitud actual y tendencia temporal
La carga total por enfermedades cardiovasculares ha crecido un 36,3% en DALYs desde 1990, mientras que las tasas estandarizadas de DALYs han disminuido un 39,6%. Las muertes pasaron de 13,1 millones en 1990 a 19,2 millones en 2023. La prevalencia global se duplicó en el periodo (de 311 millones a 626 millones de personas con alguna enfermedad cardiovascular), confirmando una presión asistencial en aumento pese a los avances preventivos y terapéuticos.
Diferencias por sexo y distribución regional
En 2023, los varones presentaron tasas estandarizadas por edad más altas tanto de carga (DALYs) como de mortalidad: 5.884,7 DALYs y 253,1 muertes por 100.000, frente a 3.924,1 DALYs y 181,8 muertes por 100.000 en mujeres. Por regiones, Oceanía concentró la tasa de DALYs más alta (10.343,7 por 100.000), mientras que Asia Pacífico de ingresos altos mostró la más baja (1.693,0 por 100.000). En términos de desarrollo, las tasas estandarizadas fueron mayores en los entornos de SDI bajo y bajo-medio y menores en los de SDI alto.
Principales causas dentro del espectro cardiovascular
Las entidades que más contribuyeron a la discapacidad y a la mortalidad globales en 2023 fueron cardiopatía isquémica, hemorragia intracerebral, ictus isquémico y cardiopatía hipertensiva. En el ictus isquémico, por ejemplo, se registraron 3,28 millones de muertes (1,6 millones en varones y 1,68 millones en mujeres) y 8,45 millones de casos incidentes en 2023; 49,6% de los ictus isquémicos ocurrieron en menores de 70 años, subrayando la necesidad de prevención también en adultos de mediana edad.
Factores de riesgo: el núcleo modificable de la carga
En 2023, el 79,6% de la carga cardiovascular (347 millones de DALYs) fue atribuible a riesgos modificables. Entre ellos, destacaron:
- Presión arterial sistólica elevada como el factor con mayor impacto global.
- Riesgos dietéticos (patrones de ingesta subóptimos que afectan sodio, grasas y calidad global de la dieta).
- Colesterol LDL elevado.
- Contaminación del aire (ambiental y doméstica).
Desde 1990, los cambios en la exposición a factores modificables han tenido efectos mixtos: mejorías en algunos (por ejemplo, control de la presión arterial en ciertos entornos) se han visto contrarrestadas por el incremento de otros, como el índice de masa corporal elevado y la glucemia en ayunas elevada, que avanzan en muchas regiones y añaden carga a la cardiopatía isquémica, el ictus y la cardiopatía hipertensiva.
Mensajes clave
- La carga absoluta de las enfermedades cardiovasculares aumenta por el envejecimiento y el crecimiento poblacional, pese a la caída de las tasas estandarizadas.
- En 2023 se registraron 19,2 millones de muertes y 437 millones de DALYs por causas cardiovasculares.
- El 79,6% de la carga es evitable mediante control de riesgos modificables, sobre todo presión arterial, dieta, LDL y contaminación.
- Las tasas más altas se concentran en SDI bajo y bajo-medio; la menor carga estandarizada está en SDI alto.
- La cardiopatía isquémica, el ictus (isquémico y hemorrágico) y la cardiopatía hipertensiva lideran la carga global.
Relevancia clínica
Para el cardiólogo clínico, estos resultados reafirman que el impacto mayor se logra en la prevención primaria y secundaria con estrategias intensivas, rápidas y sostenidas de control de la presión arterial, del colesterol LDL y de los estilos de vida. La contaminación del aire emerge como un determinante no tradicional con peso similar a otros riesgos clásicos, lo que exige integrar la exposición ambiental en la valoración de riesgo y en el consejo clínico, especialmente en pacientes con cardiopatía isquémica o ictus previo.
Aplicación práctica: seis palancas de alto impacto
- Hipertensión: objetivo de control riguroso con combinación de fármacos desde el inicio cuando proceda (incluyendo diuréticos tiazídicos, betabloqueantes, antagonistas del calcio e IECA/ARA-II) y automedición domiciliaria estructurada. Priorizar intervenciones de adherencia (simplificación posológica, dispositivos combinados, recordatorios).
- LDL: intensificación escalonada con estatinas de alta potencia y adición de ezetimiba/inhibidores de PCSK9 si fuera necesario, con monitorización estrecha para alcanzar objetivos individualizados según riesgo cardiovascular.
- Dieta y peso: consejo dietético estructurado con enfoque en reducción de sodio, mejora de la calidad global de la dieta y manejo del peso. El seguimiento programado y el apoyo conductual incrementan la probabilidad de éxito clínico.
- Diabetes y riesgo cardiometabólico: optimización glucémica y elección de fármacos con beneficio cardiovascular demostrado cuando esté indicado (iSGLT2 y arGLP-1 en perfiles apropiados), integrando el abordaje de presión arterial y lípidos.
- Tabaquismo: intervención intensiva combinando farmacoterapia y apoyo conductual; verificación sistemática de abstinencia en cada visita.
- Contaminación del aire: valorar exposición y recomendar medidas de mitigación (p. ej., evitar actividad física intensa en picos de contaminación, mejorar ventilación y calidad del aire interior). Incluir esta exposición en el cálculo del riesgo y en la educación del paciente.
Implicaciones por nivel de desarrollo
En entornos de SDI bajo/bajo-medio, la mayor carga estandarizada demanda reforzar la prevención poblacional (reforma de alimentos ultraprocesados, políticas de sodio, control del tabaco, calidad del aire) y, en paralelo, mejorar la disponibilidad y continuidad de fármacos esenciales (antihipertensivos, estatinas, antiagregantes indicados). En SDI alto, donde la tasa estandarizada es menor pero la prevalencia absoluta crece por envejecimiento, la prioridad es la multimorbilidad y la fragilidad, con modelos asistenciales que integren cardiología, atención primaria, geriatría y rehabilitación cardiaca.
Subentidades destacadas
Ictus isquémico
Con 3,28 millones de muertes y 8,45 millones de casos incidentes en 2023, casi la mitad en menores de 70 años, el ictus isquémico ilustra la doble necesidad de prevención agresiva del riesgo vascular y de rutas asistenciales rápidas para reducir discapacidad. Las diferencias regionales apoyan la implantación universal de sistemas de código ictus y la expansión de la rehabilitación temprana.
Hemorragia intracerebral y cardiopatía hipertensiva
Ambas entidades mantienen una fuerte relación con el control de la presión arterial. Las mejoras sostenidas en la detección y el tratamiento de la hipertensión, junto con la reducción del consumo de sal y la adherencia terapéutica, son las intervenciones con mayor rendimiento clínico.
Implementación clínica: cómo traducir cifras en decisiones
- Riesgo absoluto primero: priorizar intervenciones según riesgo cardiovascular estimado y beneficio absoluto esperado, ajustando objetivos de LDL y presión arterial.
- Atención estructurada: protocolos de seguimiento, equipos multiprofesionales y telemonitorización para presión arterial y adherencia.
- Transiciones asistenciales: programas de alta segura tras eventos cardiovasculares con cita precoz, optimización farmacológica y educación intensiva.
- Resultados centrados en el paciente: inclusión de calidad de vida y capacidad funcional como objetivos explícitos, además de la reducción de eventos.
Impacto en la práctica clínica
La evidencia actual confirma que la mayor parte de la carga cardiovascular es evitable con intervenciones disponibles y coste-efectivas. En la consulta diaria, controlar de forma prioritaria la presión arterial y el LDL, impulsar cambios dietéticos sostenibles, abordar el tabaquismo y reconocer el papel de la contaminación del aire permite reducir eventos, discapacidad y mortalidad. La combinación de estrategias poblacionales y clínicas, adaptadas al nivel de desarrollo, es la vía más eficiente para frenar el crecimiento de la carga absoluta en los próximos años.
Referencias: