Las recomendaciones dietéticas en los pacientes con insuficiencia cardiaca han estado dirigidas a la restricción de ingesta de sodio y líquidos, es posible que estas estrategias restrictivas puedan llevar a los pacientes a un estado de malnutrición que puede contribuir al aumento de mortalidad y morbilidad de la insuficiencia cardiaca, por ingesta inadecuada de macro y micronutrientes.
La recomendación actual para el manejo de la insuficiencia cardiaca se basa en la restricción del sodio en la dieta y ofrece poca orientación para una adecuada alimentación, esto se debe a los pocos estudios que existen en la actualidad y la escasa evidencia que respalda otro tipo de estrategias.
Se ha descrito que tanto la obesidad como la caquexia se asocia a una mayor mortalidad en los pacientes con insuficiencia cardiaca.
La obesidad es conocida como un factor de riesgo por sí solo, debido al efecto directo en el ventrículo izquierdo independientemente de la tensión arterial, además de eso se encuentra en la mayoría de los casos en conjunto con trastornos metabólicos que aumentan el riesgo de hipertrofia del ventrículo izquierdo y produce disfunción diastólica y está a su vez al desarrollo de la insuficiencia cardiaca que suele ser de difícil interpretación, ya que comparten síntomas similares como la disnea de esfuerzo, ortopnea y edemas en miembros inferiores.
Existen diversas estrategias preventivas de la insuficiencia cardiaca enfocadas a la pérdida de peso, se plantean según el perfil de cada paciente, desde cambios en el estilo de vida, farmacológicas o estrategias quirúrgicas según el índice de masa corporal (IMC) de cada paciente.
Sin embargo, a pesar de que la pérdida de peso puede ofrecer beneficios metabólicos y funcionales, sobre todo en pacientes jóvenes, sólo dos estudios han logrado demostrar una pérdida de peso significativa y además mejoría en la calidad de vida del paciente.
En general se recomienda para pacientes obesos con insuficiencia cardiaca una dieta con asesoramiento en rango de 1200-1500 Kcal en mujeres y 1500-1800 Kcal en hombres.
Por otro lado, la caquexia y la sarcopenia también se han asociado a una mayor mortalidad, es difícil identificar la caquexia en la insuficiencia cardiaca debido a la limitación de estudios y la falta de aplicabilidad de escalas ajustadas a la insuficiencia cardiaca.
En general las puntuaciones que incluyen albumina sérica y el índice de masa corporal han mostrado utilidad pronostica en la insuficiencia cardiaca.
No existen claras recomendaciones dirigidas a tratar la caquexia y la sarcopenia, es posible que con el aumento de la ingesta de proteínas y calorías sea suficiente superar el proceso de pérdidas; sin embargo, esta indicación no es suficiente para todo tipo de pacientes, y debe individualizarse con cada caso. Los pacientes que son destinados a tratamiento quirúrgico pueden requerir intervenciones nutricionales más agresivas.
Al igual que en la obesidad existen fármacos fuera de ficha técnica que aumentan el apetito, en la actualidad son tratamientos sin suficiente evidencia para recomendar su uso.
En conclusión, la caquexia, la sarcopenia y la obesidad necesitan un enfoque multidimensional para abordar a todo tipo de pacientes, con un seguimiento estrecho y con recomendaciones dietéticas dirigidas para evitar la malnutrición.
Referencias:
Comentario de la Dra. Mercedes L. Castro Pinto
Residencia de Cirugía Cardiovascular en el Hospital Universitario Ramón y Cajal. Máster en Clínica y Profesionalismo Médico por la Universidad de Alcalá. Máster en Urgencias Cardiovasculares por la Universidad de Alcalá. En la actualidad cursando “Curso de Experto en Metodología de la Investigación Científica” por la Universidad de Alcalá.