Historia de la medicina cardiovascular en los últimos 2.500 años

Mientras que la práctica médica procede de Hipócrates, la ciencia cardiovascular tiene su origen en Aristóteles.

La filosofía hipocrática fue defendida por Galeno (129-216 d.C.), cuya defensa de un alma tripartita encontró el favor de la Iglesia cristiana primitiva. En cambio, las obras de Aristóteles fueron prohibidas como herejía por la autoridad eclesiástica, pero sobrevivieron y prosperaron en la Edad de Oro islámica (775-1258 d.C.).

Galeno teorizó que la circulación consistía en sistemas venosos y arteriales separados. La sangre se producía en el hígado y viajaba centrífugamente por las venas. Al llegar al ventrículo derecho, la sangre venosa pasaba a través de pequeños poros del tabique ventricular al ventrículo izquierdo, donde se aireaba con el aire que pasaba de los pulmones a través de las venas pulmonares al lado izquierdo del corazón. Tras su llegada a los puntos distales, la sangre arterial desaparecía, siendo consumida por los tejidos, lo que obligaba al hígado a sintetizar continuamente sangre nueva. El corazón se consideraba un órgano succionador, y el pulso periférico era el resultado de cambios en el tono arterial, más que de la sístole cardiaca.

El marco de Galeno siguió siendo indiscutible y dominó el pensamiento médico durante 1.300 años, pero la reintroducción de los principios aristotélicos del mundo islámico en Europa (gracias a los esfuerzos de la Escuela de Traductores de Toledo) se nutrió de la libertad académica y el ambiente iconoclasta cultivados de forma única en la Universidad de Padua, que fue posible gracias a la rebelión veneciana contra la autoridad papal.

En Padua, los trabajos de Andreas Vesalius, Realdo Colombo, Hieronymus Fabricius ab Acquapendente y William Harvey (1543-1628) destruyeron metódicamente el modelo de Galeno, dando lugar al concepto moderno de circulación cerrada. Sin embargo, debido a fuerzas políticas, Harvey fue ridiculizado, al igual que James Lind, que realizó el primer ensayo prospectivo controlado, con cítricos para el escorbuto (1747); tuvieron que pasar casi 50 años para que su trabajo fuera aceptado. Incluso el trabajo de William Withering (1785), el padre de la farmacología cardiovascular, se vio empañado por los celos profesionales y la campaña de marketing de una empresa farmacéutica. Los investigadores cardiovasculares de hoy deben comprender que los grandes avances son ridiculizados habitualmente por el estamento médico por motivos políticos o personales, y que pueden pasar décadas o siglos hasta que se acepte un trabajo importante.

Referencias:

  1. JACC. - Lessons for Cardiovascular Clinical Investigators: The Tumultuous 2,500-Year Journey of Physicians Who Ignited Our Fire
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