Las recientemente publicadas guías de práctica clínica de insuficiencia cardiaca (IC) recomiendan la realización de ejercicio a todos los pacientes con IC. En pacientes con enfermedad avanzada, fragilidad o comorbilidades recomiendan además que éste sea supervisado. En el presente artículo se estudia el efecto de un programa de rehabilitación física supervisada en pacientes hospitalizados por IC. A diferencia de otros estudios, la rehabilitación se inicia durante el propio ingreso. Consiste en 3 sesiones semanales de 60 minutos de duración presenciales (el tipo e intensidad de ejercicio se adaptaba a las necesidades del paciente) a lo largo de 12 semanas, y una recomendación de ejercicio diario combinado aeróbico y de fuerza. Finalizada esta fase, se indica a los pacientes unas pautas personalizadas de ejercicio físico que han de mantener a futuro. Se trata de un estudio randomizado en el que se incluyeron 349 pacientes. El objetivo primario del ensayo es la mejoría del Short Physical Performance Battery, un score que evalúa la forma física global del paciente y ha sido validado en pacientes de edad avanzada y frágiles. Son objetivos secundarios la tasa de rehospitalización por todas las causa a los 6 meses y objetivos exploratorios la distancia recorrida en el test 6 minutos, estado de fragilidad y calidad de vida y depresión. Los pacientes incluidos en el ensayo tenían una edad media de 72.7 (8.1) años, 52% mujeres. Elevada prevalencia de pacientes de raza negra 46%, muchas veces infrarrepresentados en otros estudios. Destaca 53% ICFEp, IMC de 32,9, elevado número de comorbilidades asociadas, 25% había tenido hospitalización previa por IC. Tras ajustar por las características basales y el resultado del Short Physical Performance Batterl, se apreció una mejoría significativa de la forma física de los pacientes a favor del grupo intervención (Short Physical Performance Batterya los 3 meses 8,3 ±0,2 en el grupo intervención y 6,9 ±0,2 en el grupo control, diferencia media entre los grupos 1,5, IC 95% 0,9 y 2; p<0,001). Además, este efecto era relativamente uniforme en todos los subgrupos. Sin embargo, no se demostró una reducción en las hospitalizaciones por cualquier causa. Los objetivos exploratorios muestran también una tendencia favorable a la intervención a estudio. A destacar la reducción significativa de las caídas en el grupo intervención. Este estudio tiene aspectos muy interesantes. Por una parte nos recuerda la complejidad de los pacientes hospitalizados por IC, debido a la edad avanzada, comorbilidades y a una elevada mortalidad. Todo ello hace que en muchas ocasiones no pueden beneficiarse de programas de rehabilitación cardiaca convencionales. Otro aspecto es la adherencia, que se consideró del 67%, lo que demuestra la dificultad en mantener a medio largo plazo las pautas de ejercicio. Este estudio demuestra un beneficio en la forma física de los pacientes que participaron en un programa de rehabilitación aunque sin conseguir demostrar una reducción de las hospitalizaciones. Parece lógico pensar que quizá con un seguimiento más largo y analizando solo aquellos pacientes que mantenían las recomendaciones de ejercicio se pudieran observar una reducción de hospitalizaciones e incluso de mortalidad. Quizá es que llegamos demasiado tarde, interviniendo en fases más precoces de la enfermedad el efecto beneficioso no solo del ejercicio físico, si no también de unos hábitos de vida saludables (recordar IMC medio de 32,9) podría magnificarse. Serán necesarios más ensayos clínicos, pero lo más importante, que se inicien ya políticas que consigan mejorar la forma física de la población.
Referencias:
Comentario de la Dra. Ainara Lozano
Licenciada en Medicina por la Universidad del País Vasco. Responsable de la unidad de Insuficiencia Cardiaca Especializada del Hospital Universitario Basurto (Bilbao). Doctora en Medicina por la Universidad del País Vasco. Twitter: @AinaraLozano1