La obesidad se ha convertido en una preocupación de salud pública a nivel global, afectando a más de 650 millones de adultos. Es un factor de riesgo clave para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, que son responsables de alrededor de 17,9 millones de muertes anuales. Las personas con obesidad enfrentan un riesgo significativamente mayor de padecer enfermedades como la enfermedad coronaria, insuficiencia cardíaca y accidentes cerebrovasculares. Además, la obesidad contribuye al desarrollo de otros factores de riesgo, como dislipidemia, hipertensión, diabetes tipo 2 y trastornos del sueño, lo que incrementa aún más la predisposición a las enfermedades cardiovasculares.
Mecanismos fisiopatológicos que vinculan la obesidad con las enfermedades cardiovasculares
La relación entre la obesidad y las enfermedades cardiovasculares es compleja y multifactorial. Un componente crucial de esta relación es la inflamación crónica de bajo grado. En las personas con obesidad, el tejido adiposo se convierte en un órgano endocrino dinámico, cuya disfunción genera un ambiente inflamatorio sostenido. La hipertrofia y la hiperplasia de los adipocitos en la obesidad resultan en una secreción desequilibrada de adipocinas, con un aumento de citocinas proinflamatorias como el TNF-α, la IL-6 y la IL-1β, y una reducción de adipocinas antiinflamatorias como la adiponectina. Esta inflamación crónica conduce a la resistencia a la insulina, un mal manejo de los lípidos y la liberación de ácidos grasos libres en la sangre, factores clave en el desarrollo de la aterosclerosis y otras complicaciones cardiovasculares.
Distribución de la grasa corporal y riesgo cardiovascular
No toda la grasa corporal es igual en términos de riesgo cardiovascular. La grasa visceral, que se acumula alrededor de los órganos internos, está más fuertemente asociada con la resistencia a la insulina, la dislipidemia y un estado proinflamatorio y protrombótico, lo que aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares. En cambio, la grasa subcutánea, aunque también contribuye al exceso de peso, es metabólicamente menos activa y menos propensa a inducir inflamación sistémica.
Obesidad metabólicamente saludable vs obesidad metabólicamente no saludable
Aunque la obesidad generalmente está asociada con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, existe un subgrupo de individuos con obesidad que no presenta las complicaciones metabólicas habituales, como la resistencia a la insulina, la dislipidemia o la inflamación crónica. Este grupo, conocido como "obesidad metabólicamente saludable", representa un fenómeno interesante que desafía la comprensión tradicional de los riesgos asociados con la obesidad. Sin embargo, hay evidencia que sugiere que este estado podría ser transitorio y que muchos de estos individuos eventualmente desarrollan complicaciones metabólicas. Además, las personas con obesidad metabólicamente saludable aún tienen un mayor riesgo en comparación con personas de peso normal.
Implicaciones del exceso de peso en el diagnóstico y manejo de las enfermedades cardiovasculares
El manejo de los pacientes con enfermedades cardiovasculares y obesidad presenta desafíos únicos. Uno de los problemas principales es que la obesidad puede dificultar el diagnóstico preciso de enfermedades cardíacas. Por ejemplo, los niveles de péptidos natriuréticos, marcadores clave en el diagnóstico de insuficiencia cardíaca, suelen estar reducidos en personas con obesidad, lo que puede llevar a diagnósticos tardíos o erróneos. Además, la obesidad puede complicar la interpretación de pruebas de diagnóstico como el ecocardiograma o la resonancia magnética cardíaca debido a la mala calidad de imagen, lo que reduce la sensibilidad de estas herramientas en la detección de anomalías cardíacas.
El impacto de la obesidad en la insuficiencia cardíaca
La insuficiencia cardíaca con fracción de eyección preservada (HFpEF) está fuertemente asociada con la obesidad, particularmente con la obesidad visceral. La inflamación metabólica y el aumento de la carga cardíaca debido al exceso de peso contribuyen a la disfunción diastólica, característica de la HFpEF. Además, la obesidad puede complicar la presentación clínica de la insuficiencia cardíaca, ya que los síntomas como la disnea pueden atribuirse a la obesidad misma en lugar de a un problema cardíaco subyacente. Esto dificulta la identificación temprana y el tratamiento adecuado de la insuficiencia cardíaca en personas con obesidad.
Pérdida de peso como tratamiento para mejorar la salud cardiovascular
La pérdida de peso ha demostrado ser una herramienta eficaz para reducir el riesgo cardiovascular en personas con obesidad. Incluso una reducción modesta del 5-10% del peso corporal puede mejorar significativamente los marcadores cardiovasculares, incluidos el perfil lipídico, la presión arterial y la sensibilidad a la insulina. Las dietas como la mediterránea han mostrado beneficios particularmente importantes en la reducción de eventos cardiovasculares. Este enfoque dietético, rico en frutas, verduras, cereales integrales y grasas saludables, ha demostrado mejorar la función endotelial, reducir la inflamación y disminuir la resistencia a la insulina.
Farmacoterapia en el tratamiento de la obesidad y su impacto cardiovascular
El tratamiento farmacológico de la obesidad ha avanzado en los últimos años con la introducción de medicamentos que no solo promueven la pérdida de peso, sino que también ofrecen beneficios directos para la salud cardiovascular. Los agonistas del receptor de GLP-1, como la liraglutida y el semaglutida, han demostrado ser efectivos no solo para facilitar la pérdida de peso, sino también para mejorar la salud del corazón. Estos medicamentos ayudan a reducir la formación de placa aterosclerótica, mejoran la función endotelial y optimizan el metabolismo energético del miocardio, lo que los convierte en una opción valiosa para los pacientes con obesidad y riesgo cardiovascular.
Beneficios de la cirugía bariátrica en la salud cardiovascular
Para los pacientes con obesidad grave, la cirugía bariátrica ha demostrado ser el tratamiento más eficaz, no solo para la pérdida de peso a largo plazo, sino también para la mejora de los resultados cardiovasculares. La cirugía bariátrica ha mostrado una reducción significativa en la incidencia de diabetes tipo 2, hipertensión y dislipidemia, lo que conlleva una mejora en la mortalidad cardiovascular. Además, muchos pacientes logran la remisión de la diabetes tipo 2 tras la cirugía, lo que reduce significativamente su riesgo cardiovascular.
Implicaciones del exceso de peso en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares
El exceso de peso, ya sea obesidad total o visceral, tiene un impacto importante en el diagnóstico, manejo y resultados de las enfermedades cardiovasculares. El tratamiento de las personas con obesidad no solo debe centrarse en la pérdida de peso, sino también en la identificación de factores de riesgo adicionales y la adaptación de las terapias convencionales. En este sentido, es crucial no depender únicamente del índice de masa corporal (IMC), ya que este no capta completamente la cantidad y distribución de la grasa. La circunferencia de la cintura y otros marcadores deben ser considerados para obtener una evaluación más precisa del riesgo cardiovascular.
Enfermedad arterial coronaria y obesidad
La enfermedad arterial coronaria (EAC) se presenta frecuentemente en personas con obesidad debido a la acumulación de placa en las arterias coronarias, lo que restringe el flujo sanguíneo al corazón. En estos individuos, la obesidad puede afectar tanto la presentación clínica como los resultados de tratamiento. Por ejemplo, los pacientes con obesidad pueden experimentar síntomas menos específicos o incluso isquemia silenciosa, lo que complica el diagnóstico. Además, estudios han mostrado una paradoja de la obesidad en la EAC, donde las personas con sobrepeso o obesidad leve pueden tener mejores resultados a corto plazo tras eventos cardíacos agudos. Sin embargo, este fenómeno podría estar influenciado por factores como la masa muscular o la pérdida de peso involuntaria relacionada con enfermedades graves.
Ictus y obesidad
La obesidad también está relacionada con un mayor riesgo de ictus debido a la inflamación, dislipidemia e hipertensión que genera. Las personas con obesidad suelen enfrentar mayores complicaciones tras un ictus, como dificultades respiratorias y una mayor prevalencia de isquemia silenciosa. El diagnóstico puede ser más complicado en personas con obesidad debido a las dificultades técnicas en las pruebas de imagen y la posible interpretación errónea de biomarcadores. Además, los resultados de rehabilitación post-accidente cerebrovascular son más pobres en personas con obesidad debido a la movilidad reducida y las condiciones comórbidas, como la diabetes y la hipertensión.
Enfermedad arterial periférica y obesidad
La enfermedad arterial periférica (EAP) es otra complicación cardiovascular agravada por la obesidad. La obesidad visceral aumenta la severidad de la claudicación intermitente y reduce la movilidad, lo que a su vez empeora los síntomas de la EAP. Las personas con obesidad también tienen un mayor riesgo de amputación y eventos cardiovasculares adversos. Sin embargo, en algunos estudios se ha observado la paradoja de la obesidad, donde individuos con sobrepeso o obesidad leve pueden tener mejores resultados a corto plazo. Aun así, estos resultados pueden estar distorsionados por la sarcopenia o la pérdida de peso no intencionada.
Factores de riesgo gestionados por cardiólogos en pacientes con obesidad
Los factores de riesgo que los cardiólogos gestionan en personas con obesidad incluyen hipertensión, dislipidemia y diabetes tipo 2. En la hipertensión, la obesidad complica el diagnóstico, ya que las lecturas de presión arterial pueden verse afectadas por el exceso de grasa corporal, lo que requiere una monitorización más frecuente. Los fármacos utilizados para tratar la hipertensión en personas con obesidad, como los diuréticos tiazídicos o los bloqueadores beta, deben ser administrados con precaución debido a sus efectos metabólicos adversos. Por ejemplo, los bloqueadores beta de primera generación pueden aumentar el peso debido a la reducción del gasto energético. Las estatinas y fibratos son las principales opciones para manejar la dislipidemia, aunque es crucial combinar estas terapias con cambios en el estilo de vida para lograr mejores resultados en los pacientes con obesidad.
Referencias:
- Eur J Prev Cardiol. - Rethinking weight loss treatments as cardiovascular medicine in obesity, a comprehensive review