Los iSGLT2 han demostrado ser efectivos reduciendo la morbimortalidad en diferentes ensayos clínicos del área cardiovascular y renal. Su uso en el ámbito agudo, incluyendo pacientes con COVID-19, insuficiencia cardiaca aguda o en el periodo precoz post-IAM se ha asociado también a datos prometedores aunque aún no definitivos.
Dados sus potenciales mecanismos beneficiosos (mejoría de función endotelial, modulación del tono adrenérgico, reducción de estrés oxidativo y protección cardiovascular y particularmente renal) es plausible que pueda existir un beneficio del uso de dapagliflozina en el contexto de pacientes críticos.
El objetivo del estudio DEFENDER fue determinar si la adición de dapagliflozina a los cuidados habituales estandarizados de las unidades de cuidados intensivos mejora los resultados en una población de enfermos críticos con disfunción orgánica aguda.
Se trata de un ensayo clínico multicéntrico, aleatorizado y abierto, realizado en 22 unidades de cuidados intensivos en Brasil. Entre el 22 de noviembre de 2022 y el 30 de agosto de 2023 se incluyeron pacientes con un ingreso no planificado en UCI de al menos 48 horas de duración esperada y al menos una disfunción orgánica transitoria (respiratoria, cardiovascular o renal), con un seguimiento de 28 días.
Los participantes fueron asignados aleatoriamente a 10 mg de dapagliflozina (grupo intervención, n = 248) más cuidados estandarizados o únicamente a atención convencional (control, n = 259) durante un máximo de 14 días o hasta el alta de la UCI si se produjo antes.
El objetivo primario fue un compuesto jerárquico tipo win-ratio de mortalidad hospitalaria, necesidad de tratamiento renal sustitutivo y duración de la estancia en la UCI durante 28 días. Los objetivos secundarios incluyeron los componentes individuales del resultado jerárquico, el número de días sin necesidad de tratamiento de soporte vasopresor, renal o ventilatorio, la duración de la estancia en la UCI y la duración total de la estancia hospitalaria, evaluados mediante modelos de regresión bayesiana.
Entre los 507 participantes aleatorizados (edad media, 63,9 años; 46,9%, mujeres), el 39,6% ingresó en la UCI por sospecha de infección y algo más de un tercio por una causa cardiovascular. La disfunción orgánica transitoria fue respiratoria en un 49.5% de los casos respiratoria, 44.2% por hipotensión arterial y 42.2% por daño renal.
La mediana de tiempo desde el ingreso en UCI hasta la aleatorización fue de 1 día (IQR, 0-1). El win-ratio de dapagliflozina para el resultado primario fue de 1.01 (IC 95%:0,9-1.13; p = 0,89). Entre todos los resultados secundarios, la mayor probabilidad de beneficio encontrada para dapagliflozina se dio en relación a la necesidad de tratamiento renal sustitutivo: 27 pacientes (10.9%) del grupo de dapagliflozina frente a 39 (15.1%) del grupo control (OR 0.76; ICr 95% 0.5-1.18).
No se observó un exceso de eventos adversos en la población tratada respecto al grupo control.
En conclusión, la adición de dapagliflozina a los procedimientos habituales de UCI para pacientes en estado crítico y disfunción orgánica aguda cardiovascular, respiratoria o renal no mejoró los resultados clínicos. Sin embargo, los intervalos de confianza fueron amplios y no se pudieron excluir beneficios relevantes, particularmente en relación con la preservación de la función renal. Entre otras limitaciones, el espectro heterogéneo de los pacientes incluidos, con un porcentaje amplio de etiología infecciosa y afectación respiratoria, es posible que haya tenido cierta influencia en el resultado neutro.
Por otra parte, y de forma concordante con los ensayos clínicos previos, el uso de dapagliflozina se demostró seguro también en esta población compleja con alta mortalidad (35%).
Referencias: