Prediciendo el riesgo de embolismo sistémico en la endocarditis infecciosa
Estudio donde se evaluó el riesgo de embolismo sistémico en una amplia cohorte de pacientes que habían presentado un episodio de endocarditis infecciosa. Los autores concluyen que con una escala sencilla al ingreso que incluye variables clínicas se puede predecir con exactitud la probabilidad de presentar un evento embólico.

La endocarditis infecciosa es una de las patologías cardiovasculares que puede producir más mortalidad, sobre todo si no es diagnosticada y tratada con celeridad. Entre las complicaciones más importantes que produce esta enfermedad se encuentra la incidencia de embolismos periféricos, y uno de los objetivos del clínico debe ser intentar adelantarse y averiguar qué riesgo existe de presentar dicha complicación, puesto que la cirugía puede solucionar el problema. Así, identificar los pacientes de alto riesgo embólico que se beneficiarían de una cirugía cardiaca es el reto al que muchos nos hemos de enfrentar.
En este estudio recientemente publicado online en Journal of the American College of Cardiology, se evaluaron una serie de características epidemiológicas y de la evolución en pacientes admitidos con el diagnóstico de endocarditis infecciosa para intentar predecir el riesgo de evento embólico.
Concretamente, un total de 1.022 pacientes consecutivos que cumplían criterios definitivos de endocarditis infecciosa en varios centros hospitalarios. De estos, 847 fueron aleatorizados para confeccionar la escala (565) y para validarla (282). Durante el ingreso se recogieron variables clínicas, microbiológicas y ecocardiográficas. Se definió el objetivo primario como la aparición de un episodio de embolismo sintomático durante los 6 meses siguientes al inicio del tratamiento. El modelo predictivo y la cohorte de validación fueron desarrollados mediante un análisis de riesgos competitivos.
Tras 6 meses del tratamiento, la incidencia de embolismo fue similar tanto en el grupo del modelo predictivo como de la cohorte de validación (8,5% en ambos). Las 6 variables que se asociaron con riesgo embólico y que se usaron para crear el “score” fueron: edad, diabetes, fibrilación auricular, embolismo previo al tratamiento antibiótico, tamaño de la vegetación y presencia de Staphylococcus aureus. Se encontró una correlación excelente entre el modelo predictivo y el observado en ambas cohortes. El estadístico “c” para ambos modelos, el predictivo y el de validación, fue de 0,72 y 0,65 respectivamente. Además, se objetivó una alta incidencia acumulativa de eventos embólicos en aquellos pacientes con un elevado riesgo embólico según el modelo predictivo (p<0,0001) y el de la cohorte de validación (p<0,05).
Con estos resultados, los autores concluyen que el riesgo de embolismo durante un episodio de endocarditis infecciosa puede ser cuantificado al ingreso mediante un “score” sencillo y preciso, con variables fáciles de conseguir. De validarse esta escala en otras poblaciones diferentes y por otros grupos de trabajo, podríamos a estar delante de un nuevo “score” en cardiología que nos ayude a tomar decisiones terapéuticas difíciles en los pacientes con endocarditis infecciosa, como sucede en el momento y la necesidad de una intervención quirúrgica.
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