Denervación pulmonar: ¿Vale para algo?
La denervación renal está cosechando esperanzadores resultados en el campo de la HTA refractaria. Derivando del mismo principio pero en un órgano totalmente distinto se está empezando a proponer una técnica similar para la hipertensión pulmonar, la conocida como denervación pulmonar.

Recientemente, entre una oleada de trabajos en la misma línea, un grupo de investigadores chinos publican en Eurointervention -gratuito en su versión íntegra- un estudio que trata de evaluar el efecto de la denervación arterial pulmonar percutánea denervación arterial pulmonar percutánea sobre la hipertensión arterial pulmonar aguda inducida por un modelo de globo de oclusión, in vivo. La denervación arterial pulmonar percutánea es una técnica de intervención con catéter endovascular mínimamente invasiva que consiste en la ablación por radiofrecuencia de los barorreceptores arteriales pulmonares responsables del ajuste de la presión pulmonar. El trabajo, con un diseño experimental en modelo animal, empleó veinte perros mongoles que fueron asignados aleatoriamente a uno de dos grupos: grupo 1 (oclusión basal del tronco pulmonar basal izquierdo) y el grupo 2 (oclusión de la arteria pulmonar interlobar izquierda). Posteriormente, se llevó a cabo el tratamiento de denervación arterial pulmonar percutánea a nivel de la bifurcación de la arteria pulmonar en el principal junto a la oclusión de la arteria pulmonar izquierda interlobar en los 20 perros. Los parámetros hemodinámicos se midieron al inicio y durante la oclusión con balón, así como tras el tratamiento ablativo (denervación arterial pulmonar percutánea) en diferentes puntos de tiempo: uno, dos, tres, cinco y diez minutos. Antes del tratamiento de denervación arterial pulmonar percutánea, los parámetros hemodinámicos de la arteria pulmonar se mantuvieron sin cambios en el grupo 1 con la oclusión distal del tronco basal pulmonar izquierdo. Sin embargo, en el grupo 2 con la oclusión de la arteria pulmonar izquierda interlobar, la presión media de la arteria pulmonar, presión media del ventrículo derecho, y la resistencia a los vasos pulmonares sí aumentó gradualmente y la diferencia absoluta de medias alcanzó un punto máximo a los cinco minutos (Δ16,6 mmHg, Δ14,1 mmHg y Δ1, 144 dye/s/cm5, respectivamente; cada una con p<0,01). Estas anomalías hemodinámicas producidas a los cinco minutos tras la oclusión arterial pulmonar interlobar izquierda fueron completamente abolidas por el tratamiento de denervación arterial pulmonar percutánea en comparación con el valor basal (Δ0,3 mmHg, Δ0,2 mmHg y Δ34 dye/s/cm5, respectivamente). Por tanto, los autores señalan finalmente que en un modelo de balón de oclusión de la arteria pulmonar izquierda interlobar se produce un aumento significativo de la presión en la arteria pulmonar. Dichas respuestas hipertensivas fueron completamente suprimidas por el tratamiento de denervación arterial pulmonar percutánea en la bifurcación de la arteria pulmonar principal. Aunque muy lejos de poder dar una respuesta clara y contundente a las preguntas que plantea, el presente estudio constituye un trabajo muy interesante que puede suponer un punto de partida para estudios más elaborados y que aporten valor real en la clínica humana. Pasando por alto las deficiencias metodológicas, las barreras interespecie y las obvias diferencias en la fisiopatología de la hipertensión pulmonar (tan variada en la clínica que vemos), en su trabajo Chen SL. et al sugieren hipótesis sumamente interesantes. Es obvio que muchos grupos han recogido el guante (lanzado también ya meses atrás por otros autores) y es de esperar que en los próximos meses tengamos más datos sobre esta revolucionaria técnica.
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