10 Años de ejercicio físico en la insuficiencia cardiaca: estudio aleatorizado
Estudio en el que se muestra que un ejercicio físico moderado supervisado, realizado dos veces por semana, durante 10 años, mantiene la capacidad funcional y mejora la calidad de vida, a expensa de menos eventos cardiovasculares, incluyendo las hospitalizaciones por insuficiencia cardiaca y la muerte cardiovascular.
Este estudio independiente publicado en el JACC, enroló a 123 pacientes con insuficiencia cardiaca crónica (80% de causa isquémica). Se exigía que llevaran 3 meses clínicamente estables antes de su reclutamiento. Tenían una fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI) menor del 40% y tenían que ser capaces de realizar ejercicio. Se excluyeron los pacientes con valvulopatías hemodinámicamente significativas, diabetes o hipertensión no controlables, problemas ortopédicos o neurológicos e insuficiencia renal grave.
Se aleatorizaron dos grupos, uno a entrenamiento (GE) y otro a no entrenamiento programdo (GNE).
El entrenamiento físico programado consistió en 3 sesiones semanales en el hospital durante dos meses, y luego dos sesiones semanales supervisadas el resto del año. Cada 6 meses eran examinados. Se eligió una intensidad de ejercicio para un consumo de VO2 Pico del 60% para los dos primeros meses y después un 70%. Se animó a los participantes en el GE para que hicieran una tercera sesión sin supervisión. Cada sesión incluyó ejercicio aeróbico durante una hora.
De los 135 inicialmente enrolados, 123 completaron el protocolo: 63 en el GE y 60 en el GNE. Eran pacientes de 59 ± 14 años, y el 22% eran mujeres. La FEVI era del 37± 8% y 39 ± 7% en pacientes con insuficiencia cardiaca de causa isquémica y no isquémica, respectivamente, con 60% en NYHA II, y 40% en NYHA III. El tratamiento médico fue similar en ambos grupos.
En el GE mejoró la capacidad funcional medido en pico de VO2, que se mantuvo significativo durante los 10 años del estudio. La FEVI, que no era diferente al iniciar el estudio, empezó a mejorar al quinto año del estudio en el GE (41% vs. 34%, p < 0,01). A los 10 años, la diferencia entre ambos grupos era de 28% (p <0,01), sin diferencias en el tratamiento médico. Mejoró la calidad de vida, según el score QOL (43±12 vs. 58±14, p <0,05). El GNE tuvo mayor número de eventos que el GE (35 vs. 12, HR: 0,55, 95% CI: 0,26 a 0,72, p <0,0001). También fueron mayores los reingresos hospitalarios (25 vs. 8, respectivamente, HR: 0,64, 95% CI: 0,34 a 0.81, p <0,001) y la muerte cardiovascular (10 vs. 4, respectivamente, HR: 0,68, 95% CI: 0,30 a 0,82, p <0,001).
Este es el primer trabajo que demuestra el mejor pronóstico de este tipo de pacientes sometidos a entrenamiento físico supervisado durante un largo período.
Esto choca con los resultados del estudio HF-ACTION, en los que se mostraba la no mejoría de supervivencia en los grupos entrenados.
Hay diferencias en la metodología de ambos estudios. Lo primero es que en este trabajo el ejercicio era supervisado, lo que asegura la adherencia y el cumplimiento de los tiempos y de la intensidad prescrita. De hecho, en el grupo entrenado del HF-ACTION se obtenía una pobre mejoría en el incremente del pico VO2, lo que sugiere una pobre actividad física. Además este estudio tuvo una duración de sólo 2,5 años.
En conclusión, un programa de entrenamiento físico moderado, pero constante, y supervisado, que asegure el cumplimiento, puede mejorar el pronóstico de los pacientes con insuficiencia cardiaca crónica con disfunción ventricular al menos moderada, así como la calidad de vida.
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