La regurgitación aórtica, también conocida como insuficiencia aórtica, es una afección clínica relevante asociada con alta morbilidad y mortalidad. Este artículo aborda los aspectos clave de la enfermedad, incluyendo su epidemiología, mecanismos subyacentes, evaluación diagnóstica y opciones terapéuticas actuales, tanto quirúrgicas como transcatéter. Además, se discuten los avances en tecnologías diagnósticas y terapéuticas, así como las implicaciones de la insuficiencia aórtica en poblaciones específicas.
Epidemiología de la regurgitación aórtica
Los estudios de cohorte, como el de Framingham, han destacado que el 4,9% de los pacientes analizados presentan insuficiencia aórtica moderada y el 0,5% insuficiencia aórtica severa. La prevalencia aumenta con la edad y es mayor en hombres (13,0%) que en mujeres (8,5%). Además, un 15% de los mayores de 65 años presentan algún grado de insuficiencia aórtica, y un 1,6% sufre insuficiencia aórtica moderada o severa.
La insuficiencia aórtica también es frecuente en pacientes con patologías valvulares mixtas, afectando al 81% de estos casos. Esta información subraya la importancia de una evaluación precisa, especialmente en poblaciones vulnerables. Factores como la hipertensión, enfermedades del tejido conectivo y anomalías congénitas como la válvula bicúspide contribuyen significativamente a su desarrollo.
Clasificación y mecanismos de la regurgitación aórtica
La insuficiencia aórtica se clasifica según los mecanismos subyacentes:
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Tipo I: Movimiento normal de las valvas con dilatación de la raíz aórtica o perforación de las valvas.
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Tipo II: Prolapso valvular debido a movimiento excesivo.
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Tipo III: Restricción en el movimiento de las valvas.
Adicionalmente, el tipo I puede subdividirse según el área dilatada de la raíz aórtica:
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Tipo Ia: Dilatación de la unión sinotubular y la aorta ascendente.
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Tipo Ib: Dilatación del seno de Valsalva y la unión sinotubular.
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Tipo Ic: Dilatación exclusivamente de la unión ventrículo-aórtica.
Además, se pueden observar combinaciones de estos mecanismos, especialmente en condiciones como la válvula aórtica bicúspide. La clasificación es crucial para planificar intervenciones quirúrgicas o transcatéter. La perforación de valvas en casos de endocarditis infecciosa se clasifica como tipo Id.
Evaluación diagnóstica
Imágenes ecocardiográficas
La ecocardiografía es la herramienta principal para evaluar la anatomía valvular. En casos de duda, la tomografía computarizada y la resonancia magnética ofrecen resoluciones superiores para evaluar la raíz aórtica y la aorta ascendente. La ecocardiografía tridimensional permite una visualización más precisa de la anatomía y dinámica valvular.
Cuantificación de la regurgitación
El enfoque multiparamétrico incluye:
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Cualitativo: Zona de convergencia del flujo y reversión del flujo diastólico.
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Semicuantitativo: Ancho de la vena contracta y fracción regurgitante.
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Cuantitativo: Área del orificio regurgitante efectivo (EROA) y volumen regurgitante.
La resonancia magnética ofrece mediciones más precisas, incluyendo volúmenes ventriculares y fibrosis miocárdica intersticial. La tomografía por emisión de positrones puede identificar inflamación aórtica en casos de aortitis, distinguiendo entre aterosclerosis y hematoma intramural. Estas técnicas avanzadas proporcionan un análisis integral de la severidad de la insuficiencia aórtica y sus consecuencias hemodinámicas.
Historia natural y pronóstico
La insuficiencia aórtica crónica severa puede permanecer asintomática por largos periodos, aunque lleva a remodelado ventricular perjudicial. La mortalidad aumenta significativamente en pacientes con fracción de eyección deprimida o dilatación ventricular izquierda. El tratamiento quirúrgico temprano mejora la supervivencia y reduce las complicaciones postoperatorias.
La evidencia muestra que incluso en pacientes asintomáticos, la insuficiencia aórtica severa se asocia con una reducción de la supervivencia. Esperar a que se deteriore la fracción de eyección ventricular izquierda aumenta el riesgo de mortalidad perioperatoria y rehospitalizaciones. El uso de técnicas avanzadas de imagen, como el strain longitudinal global, permite detectar disfunción sistólica antes que la fracción de eyección convencional.
Opciones terapéuticas
Tratamiento quirúrgico
El reemplazo valvular aórtico quirúrgico es el estándar para la regurgitación aórtica severa. La reparación valvular, cuando es posible, preserva la estructura nativa y mejora los resultados a largo plazo. Las técnicas incluyen:
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Sustitución con preservación valvular: Procedimientos de David y Yacoub.
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Reparación cuspíde: Resuspensión o resección triangular de valvas prolapsadas.
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Anuloplastia: Uso de anillos para estabilizar la base valvular.
La elección de la técnica depende de la causa subyacente de la insuficiencia aórtica. Por ejemplo, en casos de dilatación de la aorta ascendente, se prefiere el injerto de la aorta. En pacientes jóvenes, la reparación valvular es particularmente beneficiosa para evitar complicaciones asociadas con prótesis mecánicas o biológicas.
Tratamiento transcatéter
La implantación de válvulas transcatéter (TAVI) está en desarrollo para pacientes con riesgo quirúrgico alto. Las últimas generaciones de dispositivos han mostrado éxitos crecientes, aunque las tasas de éxito son inferiores a las observadas en estenosis aórtica. Dispositivos como Trilogy y J-Valve están diseñados específicamente para insuficiencia aórtica pura y muestran resultados prometedores en términos de seguridad y eficacia.
Poblaciones especiales
En pacientes con dispositivos de asistencia ventricular izquierda, la regurgitación aórtica significativa afecta hasta al 30% de los casos en el primer año, lo que lleva a disfunción hemodinámica progresiva. La TAVI puede ofrecer una solución en este subgrupo. También se requieren consideraciones especiales para pacientes con válvulas bicúspides, ya que estas presentan desafíos técnicos adicionales durante la reparación o reemplazo.
Conclusiones
La insuficiencia aórtica es una enfermedad con importantes implicaciones clínicas. Los avances en diagnóstico por imagen y dispositivos transcatéter están cambiando el panorama terapéutico. Sin embargo, la cirugía sigue siendo el pilar del tratamiento, y se requiere más investigación para optimizar las intervenciones transcatéter. La colaboración interdisciplinaria es fundamental para mejorar los resultados clínicos en esta compleja enfermedad.
Adicionalmente, es fundamental continuar investigando sobre biomarcadores que permitan predecir el progreso de la enfermedad y desarrollar tecnologías que mejoren la durabilidad de las válvulas transcatéter. La personalización del tratamiento basado en las características anatómicas y clínicas del paciente será clave en el futuro manejo de la regurgitación aórtica.
Referencias:
- EuroIntervention. - Aortic regurgitation: from mechanisms to management