Artículo que recoge la perspectiva integral sobre la gestión de la hiperpotasemia en pacientes con enfermedad renal crónica (ERC) e insuficiencia cardiaca (IC). Este problema médico, definido generalmente como una concentración sérica de potasio superior a 5,0 mEq/L, representa un riesgo significativo, incluyendo toxicidad cardiaca y debilidad muscular. Su manejo requiere un enfoque equilibrado para preservar los beneficios cardiovasculares de los tratamientos esenciales mientras se minimiza el riesgo asociado con niveles elevados de potasio.
Principales factores de riesgo y desafíos
La hiperpotasemia se presenta con mayor frecuencia en pacientes con ERC, FC, diabetes y en aquellos tratados con medicamentos como inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), bloqueadores de los receptores de angiotensina (ARA) y antagonistas del receptor de mineralocorticoides (ARM). Estos fármacos, aunque esenciales para reducir la morbimortalidad cardiovascular, aumentan el riesgo de hiperpotasemia. Además, el envejecimiento y la disminución de la función renal incrementan la prevalencia de esta condición.
En el contexto de la ERC, los mecanismos compensatorios para la excreción de potasio, como el incremento en la eliminación gastrointestinal, suelen ser insuficientes cuando la tasa de filtración glomerular cae por debajo de 15-20 ml/min. En consecuencia, los episodios de hiperpotasemia pueden derivar en la interrupción de tratamientos basados en guías clínicas, lo que a su vez afecta negativamente la progresión de la enfermedad.
Estrategias para el manejo agudo
El manejo agudo de la hiperpotasemia, especialmente en el departamento de urgencias, se centra en prevenir complicaciones cardiacas graves. Las estrategias incluyen:
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Estabilización de membranas celulares: Administración de sales de calcio para prevenir arritmias.
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Desplazamiento intracelular del potasio: Uso de insulina combinada con dextrosa, bicarbonato de sodio o agonistas beta-2 adrenérgicos.
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Eliminación del potasio: Diuréticos de asa y agentes quelantes como el patiromer y el ciclocilicato de zirconio y sodio (SZC). Aunque estos últimos son eficaces para reducir niveles crónicos, su inicio en emergencias es limitado debido a su acción retardada.
La monitorización frecuente es esencial para evitar rebotes de potasio, especialmente en pacientes con disfunción renal aguda o severa.
Manejo crónico y recomendaciones dietéticas
Históricamente, las restricciones dietéticas de alimentos ricos en potasio eran comunes, pero la evidencia reciente sugiere que estas medidas pueden ser innecesarias y hasta perjudiciales. En su lugar, se recomienda priorizar una dieta basada en alimentos vegetales con bajo contenido de potasio y evitar productos procesados ricos en sales de potasio.
El uso de quelantes de potasio como el patiromer y el SZC ha revolucionado el manejo de la hiperpotasemia crónica. Estos medicamentos no absorbibles promueven la excreción fecal de potasio y han demostrado ser efectivos para mantener a los pacientes en terapias esenciales como los IECA y ARM. Además, son mejor tolerados que alternativas más antiguas como el poliestireno de sodio, que presenta múltiples efectos adversos gastrointestinales.
Papel de los inhibidores de SGLT2 y nuevas terapias
Los inhibidores del cotransportador sodio-glucosa tipo 2 (iSGLT2) están ganando protagonismo en el tratamiento de la hiperpotasemia. Estos agentes no solo mejoran los resultados renales y cardiovasculares, sino que también tienen un leve efecto diurético que contribuye a la estabilidad del potasio. De manera similar, el finerenona, un ARM no esteroideo, ofrece beneficios significativos en pacientes con diabetes tipo 2 y ERC, con menor riesgo de hiperpotasemia en comparación con espironolactona.
Importancia del enfoque multidisciplinario
La gestión efectiva de la hiperpotasemia requiere colaboración entre especialistas en nefrología, cardiología, medicina de urgencias y farmacología clínica. El equipo también debe incluir dietistas y trabajadores sociales para abordar los desafíos dietéticos y financieros. La comunicación eficaz es fundamental, especialmente durante las transiciones de cuidado.
Conclusiones
La hiperpotasemia es un desafío clínico significativo en pacientes con ERC y FC, pero con los avances recientes en terapias farmacológicas y estrategias de cuidado multidisciplinario, es posible minimizar sus riesgos. Mantener a los pacientes en tratamientos basados en guías, como los IECA y ARM, utilizando agentes como el patiromer, SZC e iSGLT2, puede mejorar significativamente los resultados. Es crucial que los profesionales de la salud continúen educándose en estrategias actualizadas para manejar esta condición de manera efectiva.
Referencias:
- Cardiorenal Medicine. - EMCREG-International Multidisciplinary Consensus Panel on Management of Hyperkalemia in Chronic Kidney Disease (CKD) and Heart Failure

Alfonso Valle Muñoz