
La insuficiencia cardiaca, entendida como la aparición de signos y síntomas que reflejan el deterioro de la función cardiaca, representa uno de los principales retos de la cardiología actual, dada su importante epidemiología y la alta morbi-mortalidad asociada a la misma. Brevemente, afecta a un 7% de la población por encima de los 45 años (16% por encima de los 75 años) y es la principal causa de ingreso hospitalario por encima de los 65 años. Se estima que al finalizar esta década, la prevalencia alcance el 10% de la población adulta. Además, la aparición de signos y/o síntomas de insuficiencia cardiaca empeora el pronóstico de cualquier otra cardiopatía de forma que, tras su diagnóstico inicial, la mitad de pacientes habrán sido hospitalizados o habrán fallecido al año de seguimiento. Por tanto, las medidas encaminadas a su prevención son y deben ser un reto para cualquier médico.
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