
La base fisiopatológica de la cardiopatía isquémica es la pérdida del equilibrio entre las necesidades y el aporte de oxígeno al músculo cardiaco. Entre los determinantes del consumo de oxígeno miocárdico, el factor hemodinámico más importante es la tensión de pared, establecida por el producto de la presión sistólica y el volumen del ventrículo izquierdo. La frecuencia cardiaca interviene como otro de los factores del consumo de oxígeno miocárdico con un nivel tan importante o más que la tensión parietal, ya que además de actuar sobre los requerimientos de oxígeno, interactúa también en el aporte de sangre al miocardio con la mayor o menor duración de la diástole. Probablemente la contractilidad es otro factor mucho menos importante, con un papel difícilmente predecible sobre todo cuando se producen cambios en el tamaño del corazón al alterarse significativamente la tensión parietal. Todos los factores mencionados se ven claramente influenciados por la actividad del sistema nervioso simpático.
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