Este amplio estudio multicéntrico americano muestra como los pacientes con mayor riesgo al ingreso, son los que mayor mortalidad hospitalaria, uso de recursos y mortalidad al año tienen. Lo peor es que estos datos poco han cambiado en los últimos 15 años.
En 2005 se publicó en JAMA un trabajo con los episodios de insuficiencia cardiaca aguda, de 2001 a 2003, de más de 33.000 pacientes de 263 hospitales americanos. A partir de una cohorte de derivación, seguida de una de validación, se estableció un modelo de riesgo denominado ADHERE. Se identificaron como principales predictores la urea en sangre, el nivel de tensión arterial al ingreso y la creatinina en sangre. Con ello se identificaron grupos de bajo, moderado y alto riesgo, y se correlacionó con la mortalidad hospitalaria.
En el presente artículo, se estudian más de 165.000 hospitalizaciones entre 2011 y 2016, de 300 centros americanos, pertenecientes al registro Get With the Guidelines-Heart Failure, con la intención de valorar cómo la presentación de la insuficiencia cardiaca al ingreso influye en el pronóstico hospitalario y a largo plazo, en una población actual. Utilizando el modelo de riesgo estratificado para mortalidad intrahospitalaria ADHERE-CART, clasifican a los pacientes en bajo, intermedio y alto riesgo.
Los pacientes de alto riesgo supusieron el 1,6% del total y tenían más frecuentemente cardiopatía isquémica, menor fracción de eyección y más historia previa de insuficiencia cardiaca. Aquellos centros con cirugía cardiaca y unidad de críticos cardiológicos también se relacionaron con mayor proporción de pacientes de alto riesgo. La mortalidad hospitalaria en los pacientes de alto riesgo fue del 12% mientras que en los pacientes de moderado y bajo riesgo fue del 5% y 2% respectivamente. Asimismo, la media de estancia hospitalaria fue mayor en los de alto riego, aunque la mediana fue similar. Llama la atención que si bien los procedimientos intrahospitalarios, incluido el balón de contrapulsación intraaórtico y los inotrópicos fueron más frecuentes en los pacientes de alto riesgo, las terapias de insuficiencia cardiaca avanzadas (trasplante y asistencias ventriculares) se destinaron mayoritariamente a los pacientes de moderado riesgo. Es posible que estas terapias fueran consideradas como fútiles en los pacientes de alto riesgo, lo que encaja con que aproximadamente la mitad de los pacientes de este grupo murieran en el hospital o fueran trasladados a centros de paliativos. De los pacientes que sobrevivieron al alta, la mortalidad al año fue del 40,5% en global y del 72.3% en aquellos de alto riesgo.
Al comparar los datos del estudio de 2001-2003 con este, se observa que la duración de la estancia media fue similar (5,2 ± 5,4 días en 2011-2016 vs 5,9 ± 5,7 días en 2001-2003), que la proporción de pacientes de alto riesgo fue parecida (1,9% vs 1,6%) y una mortalidad intrahospitalaria ligeramente inferior, aunque mayor en los de alto riesgo (12,1% vs 26,5%).
A pesar de que en el estudio publicado en 2005 no se describe la mortalidad a 1 año, los autores concluyen que objetivar un 40% en el estudio actual, sigue siendo muy alta. Lo cierto es que, si nos basamos en estudios similares, la mortalidad a 1 año lleva mucho tiempo sin variar significativamente e incluso algunas publicaciones apuntan a que podría estar aumentando.
Como conclusión podemos decir que clasificar el riesgo de mortalidad hospitalaria mediante el ADHERE-CART es sencillo y ayuda en la predicción tanto del riesgo de muerte intrahospitalaria, uso de recursos y mortalidad a 1 año. Asimismo, y más importante todavía, es tener presente que la mortalidad de la insuficiencia cardiaca, a pesar del manejo actual de la enfermedad, sigue teniendo un pronóstico muy desfavorable, lo que nos debe hacer trabajar intensamente para poderlo reducir.
Referencias:
- Circ Heart Fail. Characteristics of Acute Heart Failure Hospitalizations Based on Presenting Severity.
Comentario del Dr. Javier de Juan Bagudá
Cardiólogo. Programa Transversal de Insuficiencia Cardiaca. Hospital Universitario 12 de Octubre.