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Las estatinas son los grandes fármacos clásicos en la reducción del colesterol y en la disminución del riesgo cardiovascular. Desde el año 1994 se conocen sus efectos beneficiosos sobre la salud cardiovascular y también en prevención primaria. El Dr. José Tuñón, del Servicio de Cardiología de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, ha analizado el mecanismo de acción de las estatinas y cómo interfieren en la absorción del colesterol. “Ningún hipolipemiante más ha sido efectivo”, ha comentado. En su intervención, también ha hablado de otras novedades “más allá de las estatinas”.
Así, en cuanto a las novedades de los últimos años, el Dr. Tuñón ha destacado el ezetimibe, un fármaco diferente a las estatinas: “Ya se sabía que era capaz de inhibir la absorción del colesterol, y en 2015 se ha demostrado también que es capaz de reducir la incidencia de eventos cardiovasculares. Esto es muy importante, porque al cardiólogo le interesa no solo modificar los parámetros del laboratorio, sino también mejorar el pronóstico de sus pacientes”.
Este fármaco ha demostrado hace ya unos años que en pacientes con insuficiencia renal podía reducir la incidencia de eventos cardiovasculares, “algo muy interesante, porque las estatinas habían fallado en este tipo de población. En los grandes estudios con estatinas realmente se habían excluido pacientes con enfermedad renal”, ha señalado.
Respecto al futuro, el Dr. Tuñón ha mostrado su esperanza en la llegada de los inhibidores de la PCSK9. Se ha comprobado que estos fármacos son capaces de bajar el colesterol LDL hasta la mitad y, por ahora, no están produciendo eventos adversos ni efectos secundarios significativos que obliguen a parar los estudios. “Si todo sigue por el buen camino, aproximadamente en 2018 tendremos el final de algunos grandes ensayos clínicos, como el Estudio Odyssey Outcomes, con alirocumab, en el que conoceremos finalmente si estos fármacos son capaces de reducir la incidencia de eventos cardiovasculares”, ha comentado.
“Es un gran resultado obtener una bajada del LDL del 50 por ciento, que, con alta probabilidad, se va a acompañar de una reducción de eventos cardiovasculares. El único interrogante es saber si los inhibidores de la PCSK9 van a tener algún problema de toxicidad, que sería posiblemente lo único que podría ennegrecer el panorama de estos fármacos. Si se demuestra que son seguros, probablemente disminuirán la incidencia de eventos cardiovasculares, mejorarán el pronóstico de nuestros pacientes y los cardiólogos tendremos un arma terapéutica nueva”, ha explicado.