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El simposio dedicado a los cuidados paliativos en el anciano con insuficiencia cardiaca avanzada ha dedicado un apartado al análisis de determinados aspectos prácticos en pacientes ambulantes. El Dr. Álvaro Gándara del Castillo, del Hospital Rey Juan Carlos de Madrid, ha propuesto la creación de grupos de trabajo mixtos formados por especialistas en Cardiología y Cuidados Paliativos. “Este equipo debería tener una muy buena comunicación e intercambio de información. El objetivo sería el seguimiento conjunto de los pacientes durante todo el proceso de la enfermedad”, ha explicado.
Este experto ha indicado que uno de los criterios de inclusión de pacientes en fase terminal es “la ausencia de indicación o el rechazo de tratamientos avanzados”, algo muy vinculado con la toma de decisiones y con la comunicación entre el equipo médico y el enfermo y sus familiares.
Las guías clínicas recomiendan el manejo paliativo en la insuficiencia cardiaca terminal (nivel de evidencia 1A), aunque recogen solo el uso de opioides para la disnea refractaria. Es una evidencia de la escasez de alternativas terapéuticas. Asimismo, tampoco existen herramientas validadas de verdad para medir el grado de control de algunos de los síntomas más frecuentes en la insuficiencia cardiaca terminal, como la disnea, la astenia, el insomnio o la confusión.
Otros datos preocupantes se desvelan en un trabajo dirigido por el Dr. Martínez-Sellés y publicado en Revista Española de Cardiología, según el cual el 8 por ciento de los pacientes y el 44 por ciento de sus familiares conocían a través de un médico que su supervivencia estimada era corta. “La falta de comunicación está presente desde el momento del diagnóstico”, ha reseñado el Dr. Gándara, quien ha añadido que el manejo de esta enfermedad en el medio hospitalario es “absolutamente agresivo y excesivamente intervencionista, precisamente porque no se identifica bien el estadio terminal”.
Este especialista ha lamentado la falta de tratamientos “bien reglados” con analgésicos para evitar el dolor. El Estudio PAIN-HF determinó que el 84,4 por ciento de los pacientes referían dolor en al menos un sitio, y un 39,5, en varios. El 70 por ciento veían reducida su funcionalidad por culpa del dolor, y solo el 34,1 por ciento tomaba opioides.
Otra investigación ha determinado que los cuidados paliativos domiciliarios reducen las hospitalizaciones y disminuyen los reingresos antes de los 30 días. Los afectados perciben una significativa reducción del dolor y una buena adaptación psicológica. Cabe destacar que sus cuidadores en el domicilio demuestran sobrecarga y trastornos del sueño. “En paliativos lo conocemos como la claudicación familiar, y se refiere a que muchos ingresos hospitalarios se deben a problemas en los cuidadores”. Por ello, recomienda los ingresos programados en media y larga estancia para dar respiro a los familiares.
También se ha demostrado una reducción significativa de los ingresos, los días de estancia y el coste total con un modelo integrado por una enfermera experta de confianza, coordinada con el médico de familia y el cardiólogo, con seguimiento de síntomas, atención psicosocial y cuidados especiales.
Según este especialista, los cuidados paliativos domiciliarios reducen significativamente el dolor, la ansiedad, la depresión y la astenia a las tres semanas de comenzar el seguimiento. Otro estudio ha demostrado que mejoran la calidad de vida y la morbilidad de forma sustancial.