Noticias de actualidad en el mundo cardiovascular.
La indicación de trasplante cardiaco se ha retrasado un poco en el tiempo, pero sigue siendo el último escalón que queda en los pacientes con cardiopatía terminal que no tienen otras posibilidades. “Su pronóstico de vida es muy malo y ya se han agotado todos los tratamientos necesarios”, ha dicho Teresa Blasco, del Hospital Miguel Servet de Zaragoza.
“Este tipo de pacientes requiere un protocolo de valoración y unas pruebas que nos van a ayudar a decidir si es el momento adecuado para incluirlos en una lista de espera de trasplante cardiaco y si hay alguna contraindicación, comorbilidad o factor de riesgo que empeore el resultado del trasplante”, ha explicado.
Existen unos documentos de consenso en los que se establece qué tipo de comorbilidades o de problemas aumentan el riesgo post-trasplante cardiaco. “Estos factores antiguamente se consideraban contraindicaciones para el trasplante. Hoy en día hay muy pocas contraindicaciones absolutas, pero sí hay factores que aumentan el riesgo de trasplante y que debemos intentar solucionar o controlarlos previamente”, ha añadido.
En el caso de los pacientes con hipertensión pulmonar, actualmente hay fármacos que ayudan a estabilizarla y mantenerla en unos límites en los que luego el paciente se va a poder trasplantar con más garantías.
La Dra. Blasco se ha referido a la calidad de vida de los pacientes antes y después del trasplante: “Son personas que viven con una cardiopatía muy avanzada, por lo que requieren ingresos repetidos. Tienen una gran dependencia de la familia, con incapacidad laboral. Son pacientes habitualmente jóvenes, relativamente, a los que la enfermedad les provoca problemas psicológicos importantes, porque sienten que dependen para todo de otras personas. Llega un momento en el que incluso necesitan ayuda psicológica”.
Después del trasplante, superada la fase inicial del postoperatorio inmediato, la calidad de vida va aumentando de forma exponencial, porque pasan de estar ingresando permanentemente a llevar una vida prácticamente normal, con su medicación y ciertas limitaciones, sobre todo inicialmente, porque la inmunosupresión es más potente y hay un riesgo mayor de tener alguna infección. Superada la fase inicial, después la calidad de vida es prácticamente normal.
Las principales novedades farmacológicas de los últimos años son aquellas que ayudan a modular la respuesta neurohormonal que se produce en la insuficiencia cardiaca. Se trata de fármacos que ayudan a controlar la frecuencia cardiaca, como el caso de la ivabradina. También se ha producido un aumento del uso de los betabloqueantes y de otros dispositivos, como las terapias de resincronización, que retrasan un poco la indicación de trasplante.
En el seguimiento post-trasplante cardiaco hay inmunosupresores mucho más selectivos y evitan infecciones, por lo que mejoran la calidad de vida de los pacientes. “Son fármacos con menos efectos secundarios que se toleran mejor”, ha resumido Teresa Blasco.